He perdido mi “smartphone” y no tengo perdón de dios. Siempre lo llevo en el bolso, detrás de un buen cierre o cremallera, pero cuando las circunstancias bailan en pareja pasa lo que pasa. Que venía del monte, que había que pasear a Elur, que no llevaba bolso sino la carterita cruzada típica de los montañeros, que me agaché para coger al perro en volandas y que pudiera bajar un tramo de escaleras –ya que padece de vértigos y no es capaz de bajarlas- y para cuando me dí cuenta…
Di que estaba en los aledaños de Anoeta, donde se celebra estos días la Donosti Cup, di que me rodeaban hordas de adolescentes con las hormonas saliéndoles por las orejas (ellas con shorts intrauterinos, ellos con chandals y granos) di que volví a casa con la sensación de haber despedido en la estación a alguien muy querido; el caso es que, agarré el teléfono fijo y me llamé dejando que sonara mi propio teléfono hasta que saltó el contestador.
Mis hijas se solidarizaron conmigo inmediatamente como si me hubieran comunicado un diagnóstico médico adverso y enviaron un mensaje a mi móvil solicitando se pusiera en contacto con ellas aquel que lo encontrara, dando por sentado que la intención habría de ser ésa: devolverlo.
Llamé desde casa a mi amigos del alma para que no se preocuparan si no les contestaba a los whatsapps de buenas noches, puse una nota en Facebook en mi grupo de colegas y, ya en el silencio de la noche, me percaté de que…!me había quedado incomunicada con el mundo! Llamé todavía un par de veces más a mi móvil perdido, sonó y sonó en un eco tristísimo y entonces desactivé a través de mi operador de telefonía el número, no fuera que a alguien se le ocurriera poner conferencias a la otra punta del mapamundi a mi costa ya que no tengo mi terminal bloqueado mediante pin o clave alguna.
Mis hijas me dicen que “el Universo me lo devolverá”. Alguien menos optimista me sugiere que vaya pensando en el nuevo modelo que me tendré que comprar o en volver a activar el móvil viejo que guardé en un cajón hace más o menos un año.
Quiero creer que quien se lo haya encontrado hará con él lo mismo que haría yo en su caso: devolverlo.
Pero también sé el mundo en el que vivo, no cierro los ojos a la pérdida de valores que nos invade desde hace lustros, donde todo es válido siempre que no nos vayan a llevar a la cárcel por ello.
Pienso también que si no me lo devuelven será porque le hago un gran favor a alguien; no sé, igual soluciono un trauma psicológico a una persona que cambia su móvil viejo por mi smartphone de última generación, bonito, grande, perdido…
¿Y las fotos de mis seres amados que tantas noches contemplo antes de dormir? ¿Y los recuerdos con que me sustentaba en los días oscuros? Notas para mis reflexiones, vídeos interesantes, mensajes de audio de mis hijas, voces amadas y…!los números de teléfono de todas las personas que me importan en esta vida…!
Siento desde adentro que lo voy a recuperar…aunque este pálpito no tenga mucho que ver con la mente ni con la razón…
Se admiten apuestas.
En fin.
* En el momento de la publicación de este post han pasado ya 48 horas. Creo que la suerte está echada.
LaAlquimista
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