Tengo muchos motivos para ser feliz y, como no siempre me acuerdo, hago una lista que colocaré en lugares estratégicos para los momentos bajos.
Soy feliz porque he aprendido a quererme a mí misma tal y como me merezco, no como opinan los demás.
Soy feliz porque el amor que nació conmigo sigue vivo y compartido.
Soy feliz porque tengo un corazón que late a pesar de los esfuerzos que alguna vez hice por pararlo.
Soy feliz porque mis ojos ven a los demás como son por dentro y no como se visten por fuera.
Soy feliz porque mis oídos saben escuchar críticas y alabanzas, la música y el silencio.
Soy feliz porque mis manos han aprendido a acariciar y no a golpegar.
Soy feliz porque me gusta más un beso que un pastel
Soy feliz por todo lo que tengo que no sabía que tenía: fuerza para combatir y fe para seguir mi camino.
Soy feliz porque no echo cuentas del rencor y el resentimiento ajeno.
Soy feliz porque permito que los demás carguen con sus piedras sin hacerlas mías.
Y también soy feliz por todo lo que me falta porque sé que algún día llegará a mi vida. Y aunque no llegue, sé que seguiré siendo feliz.
Porque por fin he podido darme cuenta de que mi felicidad no depende de nadie más que de mí misma. Y porque el amor que siento en mi interior se mezcla con lo que recibo desde fuera: amor de mis hijas, de mis amigas y amigos, cariño y reconocimiento, generosidad, comprensión, apoyo y empatía. Este hermoso conjunto se nutre del amor que está dentro de mí, del cariño que reparto, del reconocimiento que otorgo, de cuando soy generosa y comprensiva y capaz de ponerme en el lugar de los demás para…simplemente, que sean un poco más felices.
Y así, soy feliz yo también.
LaAlquimista
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