Si es que no sé para qué se molestan algunos en estudiar carreras o escribir sesudos ensayos sobre los entresijos de la política internacional cuando, en casi cualquier barra de bar de barrio, podemos encontrar uno o dos “expertos en todo” que nos informarán graciosamente –es decir, gratis- de “lo que está ocurriendo” y “nadie se entera” (excepto ellos, evidentemente.
Así, como quien no quiere la cosa me he enterado de que la CIA está detrás del deleznable atentado ocurrido contra la sede de “Charlie Hebdo” en Paris. Como no miro la televisión por principio me quedé boquiabierta y pelín convulsa internamente, así que le pregunté a quien eso argüía cuál era el origen de esa manifestación, no sé, igual es que lo había publicado Le Monde o The Times y yo no me había enterado, a lo que el interfecto contestó mirándome fijamente –para dejar patente que lo que me iba a decir era la verdad y nada más que la verdad- que “eso lo sé yo de buena tinta”. De calamar será…
También, en un orden parecido de las cosas, escuché a otro listillo (qué casualidad, todos hombres) pontificando sobre los chanchullos del nuevo partido político ese que está en boca de todo el mundo, como si fuera un cuñado antipático al que hay que poner a parir porque sí y antes de que sea él mismo el que nos calle la boca a los demás con alguna salida de tono más que justificada. Pues resulta que, aquí en el barrio, debajo de casa sin ir más lejos, conocen la vida y milagros de los piercings, las motos y las fotos de un señor con coleta y de su novia, una rubia que…buenoooo…¡tiene un peligro que ni pa qué…! Y digo yo que el peligro (y el miedo) lo tiene el que habla de oídas mal entendidas y peor intencionadas…
Otro experto –y asiduo del gintonic- es uno que hablaba ayer mismo de que “la crisis ya se ha acabado” porque él está muy relacionado con economistas y personas que saben muchísimo de esto y que le han dicho –así, en plan confidencia de colegueo y tal- que este año 2015 va a haber un vuelco impresionante a mejor en lo económico y que el paro va a descender “muchísimo” y que, bueno, eso ya lo sabía él también, porque se veía venir, que no hay mal que cien años dure ni cuerpo que lo resista y yo, pues, que me aguantaba las risas por no parecer maleducada o, quizás, ganarme un guantazo por descarada…
Expertos hay muchísimos además de los oficiales –u oficiosos- que contrata el Gobierno –previo pago escandaloso- para formar Comisiones en las que dilucidar tal o cual asunto; expertos de a pie que saben “la de dios” y están más que dispuestos a endilgarnos su opinión irrefutable –según ellos- sobre casi cualquier tema que salte a la palestra. (Lo de irrefutable no lo dicen porque igual no saben qué significa, pero suelen decir algo parecido, como que “lo que yo digo va a misa” y claro, eso es contundencia silogística y lo demás son cuentos.)
Yo es que tengo una vena un poco “tocapelotas” que no siempre me molesto en dejar en casa y, a veces, sólo a veces, cuando estoy de muy buen humor, entro al trapo en plan irónico para darle un toquecillo al asunto; vamos, que me intereso por el tema que están “analizando” y aprendo mogollón.
Aprendo sobre el alma humana, sobre lo que desearíamos tener y no conseguimos, sobre las carencias que suplimos con plumajes diversos, sobre la falta de cariño o sobre la soledad del individuo.
También me suscita el tema la reflexión de si no será que somos tan insignificantes como ciudadanos que nos inventamos una sabiduría que no tenemos para escucharnos a nosotros mismos y así, porca miseria, irnos a la cama con una sonrisa de satisfacción a falta de algo mejor y más real en nuestra vida.
En fin.
LaAlquimista
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