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Cecilia Casado

A partir de los 50

Observando a mi perro me cuestiono muchas cosas

Desde que me ocupo amorosamente del ex perrillo de mi madre –y ya son más de tres años- he aprendido muchísimas cosas; no únicamente sobre la vida canina, sino sobre la vida humana que gira alrededor de ésta.

Así he conocido y sabido de personas que juran y perjuran que un perro es mucho mejor que un ser humano, que son el paradigma de la fidelidad y la lealtad y, como opina algún lenguaraz columnista/escritor (que sea académico de la Lengua me produce bochorno) vale más la vida de un buen perro que la de muchas personas.

Todo esto no son más que opiniones soportadas en ejemplos más o menos personales y, qué duda cabe, sin rigor ni científico ni moral. Formas de ver las cosas, obviamente, así que yo también voy a contar un par de anécdotas sobre mi perro y su forma instintiva y natural de comportarse.

El otro día invitamos a compartir nuestro espacio a una pequeña yorkshire cuya “jefa” necesitaba que se le echara una mano. La perrita –una preciosidad cariñosa, amable y bien educada- entró en casa (y no era la primera vez) confiada y tranquila. Mi perrillo Elur –con el doble de envergadura que ella- le dio la “malvenida” gruñéndole primero y olisqueándola después. Decidió no hacerle ni caso y se fue a su rincón favorito sin hacer más caso de la invitada. (Lo que demuestra que mi perro es un maleducado y un grosero).

Instalé a la perrilla lo mejor que pude, coloqué su camita en buen sitio y el cuenco con su pienso en la cocina. Al instante, Elur vino corriendo…¡a comerse la comida de la perra! (Lo que demuestra que mi perro además de grosero es abusador con los menores que él y con las chicas). La pobrecita mía se me quedó mirando con unos ojitos que decían “y ahora qué” y yo aparté rápidamente a mi perro de la comida ajena, dándole la charla acerca del respeto a los demás y las normas de acogimiento y cariño hacia quienes están solos y necesitan sentirse protegidos. Creo que lo entendió todo aunque me dio con la grupa en las narices.

Luego la perrita se puso a jugar con una pelotita, corriendo arriba y abajo por el pasillo en pos de la misma que yo le tiraba con regocijo. Elur, que no corre detrás de nada porque ya no está en su ánimo –y bien que me da pena- comenzó a pegar saltos y a ladrar reclamando mi atención, en un “numerito de celos” de lo más evidente. A mí me dio la risa –como no podía ser de otra manera- y le dije (sí, suelo hablarle a mi perro aunque sé que no me entiende más que cuando me atiende) que jugara él también si le apetecía, que pelotitas había para todos y buen rollo también. Pero no. Mi perro no quería jugar, lo que quería era que yo no jugara con la perrita invitada. Luego comenzaron los mordisqueos que yo no sé hasta qué punto eran juego o agresión, pero la perrita tiene mucho genio y supo responder a las chulerías del “machito alfa” y acabaron entendiéndose más o menos.

A la hora del descanso, la yorkshire se subió al sofá a mi lado –mi perro no soporta los sofás y supongo que es porque no puede ni subir ni bajar de ellos ya que padece vértigos. Elur se fue a la otra punta de la habitación y nos dedicó su más profunda indiferencia.

Es lo que tiene ser natural, sin educación alguna, ni sentimiento de empatía hacia el otro perro. Quizás los perros se comporten con los humanos con una especie de maravillosa sucesión de valores –porque nosotros los valoramos- pero entre ellos mucho me temo que se comportan calcaditos a como nos comportamos los humanos entre nosotros. Con celos, egoismo, envidia y una natural tendencia a la falta absoluta de empatía.

Quizás lo que nos dan los perros a los humanos no sea más que una sumisión natural que valoramos de una forma exagerada… no lo tengo nada claro.

En fin.

LaAlquimista

Por si alguien desea contactar:

apartirdeloscincuenta@gmail.com

 

Temas

Filosofía de Vida y Reflexiones. Lo que muchos pensamos dicho en voz alta

Sobre el autor

Hay vida después de los 50, doy fe. Incluso hay VIDA con mayúsculas. Aún queda tiempo para desaprender viejas lecciones y aprender otras nuevas; cambiar de piel o reinventarse, dejarse consumir y RENACER. Que cada cual elija su opción. Hablar de los problemas cotidianos sin tabú alguno es la enseña de este blog; con la colaboración de todos seguiremos creciendo.


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