Escucho llorar | A partir de los 50 >

Blogs

Cecilia Casado

A partir de los 50

Escucho llorar

 

A través de la pared se filtra la música triste de un llanto amargo de mujer. No sé porqué matizo el origen de las lágrimas, será que sigo creyendo que ningún hombre es capaz de llorar más que hacia adentro y con patético disimulo. Junto a mi propia música de jazz en la noche tranquila se cuela en el espacio el ritmo desacompasado de unos sollozos que me impele a aguzar el sentido, darme cuenta de que en el apartamento de al lado, una mujer cualquiera, una mujer probablemente igual a mí misma, está llorando una pena de amor.

He inventado esta imagen, o quizás es que he proyectado fuera de mi mente la foto fija de que cuando una mujer llora es porque una pena se le ha clavado en el alma, una pena que no será menor por convertirla en agua, suspiros y angustia, pero que dará nombre al dolor, -seguramente nombre y apellidos- y que cuando se agoten las lágrimas se agotará también, de alguna manera, ese capítulo amargo de una historia volviéndose epílogo hasta desaparecer despeñado por la última página de esa historia de amor.

El llanto fuerte y desasosegado se ha enseñoreado de la habitación en la que intento mantenerme indiferente a ese dolor ajeno y desconocido; subo el volumen de la música por mero pudor de no ser oyente obligada de la intimidad ajena. Pero ya me he visto afectada emocionalmente e intento imaginar que llamo a su puerta con cualquier excusa -¿te sobra un poco de sal, te llega la calefacción?- y a continuación, como quien pasa por ahí por pura casualidad, mirarle a los ojos, comprobarlos rojos y desbordados, y preguntar con los míos si puede necesitar una ayuda que seguramente no soy yo quien se la puede prestar. Intento imaginar mi intrusión en su pena y su reacción –mitad enfadada, mitad sorprendida-, descubierta en su flagrante delito de no ser comedida en el sentir, ridícula de repente en la aflicción a la que todos tenemos derecho cuando un golpe de la vida nos tira por tierra el refugio que nos daba seguridad, esa pequeña o grande historia que para nosotros significa tanto como para desgañitarnos llorando ante la supuesta indiferencia de quien ya recorre otro camino.

Elucubro en su dolor, la intuyo joven, enamorada, dispuesta a sufrir o avezada ya en estas lides amatorias que derrumban por unas horas el edificio fuerte y seguro en el que habitan ilusiones, sueños y tantos besos invertidos. Divaga mi mente por no centrarme más en el llanto –que prosigue contundente, sincopado- y recuerdo algún tiempo amargo en el que apuré caudales de lágrimas por culpa de un amor que duró menos de lo previsto, que se abortó como se aborta todo, con rabia, con impotencia, dando manotazos para apartar la maraña de la cobardía, de la traición, de la falta de honestidad. Me sumerjo en una digresión larga y retorcida de recuerdos deslavazados que dejaron cauces secos de lágrimas saladas, un valle por el que no volvió a borbotear ningún río, vedado camino al torrente amoroso que todo se lo lleva por delante, arrastrando piedras ajenas que machacarán las piedras propias, convirtiendo en polvo y lodo el caudal que nació para transportar vida y risas.

Me sumerjo en una pena que no es mía y viene a hacerle compañía una vieja pena que dormitaba desde hace muchos inviernos en el recoveco más frío e inhóspito de mi corazón. Miro el sofá en el que lloré amargamente hace años, maldiciendo, hipando, gritando al viento la injusticia de la traición. Miro mis manos que son las mismas que recogieron aquellas lágrimas y las veo limpias, fuertes, sin estigma alguno. Y sonrío.

Mientras tanto, la mujer de al lado ha dejado de llorar. Se ha hecho el silencio en su corazón. El jazz se ha convertido en un blues. Y está bien así.

En fin.

LaAlquimista

Por si alguien desea contactar:

apartirdeloscincuenta@gmail.com

*Imagen. Pablo Ruiz Picasso. “Guernica” (Fragmento)

Temas

Filosofía de Vida y Reflexiones. Lo que muchos pensamos dicho en voz alta

Sobre el autor

Hay vida después de los 50, doy fe. Incluso hay VIDA con mayúsculas. Aún queda tiempo para desaprender viejas lecciones y aprender otras nuevas; cambiar de piel o reinventarse, dejarse consumir y RENACER. Que cada cual elija su opción. Hablar de los problemas cotidianos sin tabú alguno es la enseña de este blog; con la colaboración de todos seguiremos creciendo.


febrero 2015
MTWTFSS
      1
2345678
9101112131415
16171819202122
232425262728