Este peliagudo tema dejó de interesarme hace unos cuantos años ya que es una de las felices consecuencias de no tener pareja estable. ¿Por qué se me ocurre ahora hablar de ello cuando ya dejó de sangrarme el alma hace tanto? Pues porque he leído una noticia en la que se cuenta –sin pudor alguno- cómo a una de las mujeres más, guapas, sexys y famosas del mundo mundial, una rusa de nombre Irina, le ha “coronado” su novio desde hace años, a la sazón un jugador de fútbol muy millonario pero con cara de pan, de nombre Cristiano. Ella, la chica enamorada, confiaba en él, pero cuando ya los oídos le pitaban cantidad, se decidió a mirar el móvil de él y ¿qué encontró allí? pues diversos mensajitos subidos de tono con otras mujeres, citas concertadas y, en definitiva, la prueba flagrante de que su chico le ponía los cuernos a tutiplen.

¡Qué consuelo para tantas –pensé- si hasta las top  tienen que pasar por el mismo calvario que la chica de barrio o el ama de casa de toda la vida! Y me ha dado en reflexionar sobre el asunto, porque ya no es la cosa de que el machito de turno cambie una de cuarenta por dos de veinte sino… ¡que se aburren de hacerlo siempre con la misma!

Oyes, pues qué bien, que conste en acta por si no nos habíamos enterado y ella, la moza recia traicionada, se ha liado la manta a la cabeza con un mozo recio mucho más guapo, más inteligente y con aspecto de mejor persona que el novio traidor. ¡Para que aprendas lo que pican las traiciones! –igual habrá pensado la “vengadora”…

Y me he quedado como más tranquila, ya no hay necesidad de tomarse estas cosas como algo personal o ni tan siquiera como “corporativismo de género” porque va quedando más que demostrado que hay virilidades que no se conforman con nada…

El miedo –sí, miedo- que tenemos “la común de las mortales” de que nuestra pareja se vaya con alguien más joven que nosotras debería dejar de preocuparnos a las “añosas”. Al final lo que va quedando patente es que los señores que tiran al monte van a ser siempre iguales, que si tuviste un novio picaflor, que se lo quitaste a una de la cuadrilla y te casaste con él, lo más seguro es que al cabo de unos cuantos años (o meses) vuelva a sus orígenes y te la pegue bien pegada sin que tú te enteres. Aunque hay veces que no importa enterarse con tal de que te dejen en paz cómodamente instalada en tu chaise-longue ¿a que sí…?

De infidelidades, engaños trapaceros, cuernos y traiciones sabemos mucho más las mujeres que los hombres, pero no por ser ases en este deporte, (que algunas las hay, claro está) sino por padecer las consecuencias en las propias carnes. Duele, duele muchísimo la traición, la mentira, el engaño, la ocultación. Duele tanto que te deja la autoestima a la altura del betún y cuesta muchas lágrimas y unas cuantas terapias de andar por casa –léase liftings, compras, cremas y el etcétera de rigor- sobreponerse a la bofetada recibida en mitad de la dignidad.

¿Que también las mujeres engañamos a nuestras parejas? ¡Pues claro, faltaría más, ya vamos aprendiendo…! ¡A la fuerza ahorcan!

Esto me ha recordado algo. Ocurrió hace doce años y la explicación que él me dio fue únicamente: “Ella es más joven que tú y me conviene más..” A toro pasado me cuesta volverme a ver a mí misma deshecha en lágrimas y sufriendo como una perra apaleada. ¡Qué lección tan grande, si yo ya sabía que aquel tipo era un infiel irredento! ¿Me supuso alguna satisfacción enterarme –al cabo del tiempo- que la historia que le convenía más con la chica joven había acabado como el rosario de la aurora? Pues sí; sobre todo cuando él empezó a lanzarme globos sondas para ¿? recuperar la relación…

¿Que tu pareja te ha sido infiel? Pues… ¡aire! y dejar sitio en el corazón –y en la mente- a una persona honesta, honrada, cabal y que sepa respetar y vivir el amor. Y si no aparece, pues lo clásico que nunca pasa de moda y también es un chute para la autoestima: “más vale sola que mal acompañada”.

En fin.

LaAlquimista

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