Reflexiones al borde del mar (II) | A partir de los 50 >

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Cecilia Casado

A partir de los 50

Reflexiones al borde del mar (II)

 

Llevo una semana “en mi otro mar” más sola que la una. La verdad es que no me había dado cuenta hasta ayer mismo por la tarde, en que se me ocurrió ir al pueblo por ansia de hacerme con el último de Houellebecq y comprobar, más con espanto que con regocijo, que tenía que abrirme paso entre las huestes paseantes topándome de frente con parejas, parejitas, matrimonios, familias y hasta algún que otro grupo escolar. ¡Y yo sola, solísima, sin más acompañamiento que mi perrillo –asustado él también, entre piernas peludas y olores a cremas de coco!

Con el libro en el bolso y el corazón en la boca me alejé de la marabunta engullidora de helados y corrí a mi bar escondido a tomarme un vinito de la zona y hojear y oler las doscientas cincuenta páginas de (espero y deseo) sublime literatura en las que había invertido la escalofriante cantidad de 19,95€. Llegué al barcito y comprobé con horror que habían instalado un pantallón de televisión para atraer al personal, que los sillones estaban encarados en esa dirección, que el vino había variado su precio en un 50% más y que el platillo de aceitunas se había convertido en un cuenquito misérrimo con cinco olivas.

Y yo sola y con estos pelos. Como eran más de las ocho de la tarde se fue llenando la terraza de gente: ni un triste single que echarme a la boca, ni tan siquiera un jubilado paseando al perro, mucho menos una mujer/joven/señora o ancianita. Nada, servidora el bicho raro. ¡Y eso que no me gusta llamar la atención! Porque mirar, lo que se dice mirar, me miraba todo el mundo –y quiero creer que me observaban a mí y no a Elur.

Así que me metí en “el cono del silencio”, me puse en “modo zen”, apreté el botón del ommm y empecé con Houellebecq a paso lento mas firme. Pero lo que no puede ser, no puede ser y además es imposible. Ya no estaba tranquila, me di cuenta de que había leído un párrafo sin enterarme de nada –lo cual es señal de que algo anda cortocircuitado en mi mente- así que recogí mis bártulos y me fui con viento fresco hacia casa. Sola.

Por el camino vi las terrazas abarrotadas, los restaurantes casi llenos, el paseo atestado. Al pasar por el chiringuito que hay entre el mar y la urbanización miré de soslayo –a esas alturas ya estaba yo con la autoestima despatarrada- para confirmar que, como no podía ser de otra manera, había gente a montones, charlando en grupos, riendo con las cervezas en la mano, moviéndose al ritmo de la música. Me arrastré como pude los últimos trescientos metros y abrí la cancela del jardín. Nadie en lontananza, piscina invitadora, silencio acogedor. No me lo pensé dos veces y  arrancándome casi la ropa, me tiré de cabeza al agua a ver si se me quitaba la tontería…

Creo que fue el calor, el cansancio, la algarabía y la mala idea de meterme en la “cueva del lobo social”. Más tarde, mientras secaba mis cabellos y reordenaba mis ideas, tuve que convenir conmigo misma que, efectivamente, la sociedad hace el mundo a su imagen y semejanza, repitiendo el mismo modelo ad nauseam en un estancamiento brutal.

Creo que fue un ramalazo de mal genio el que me atacó de improviso por olvidar durante unos minutos que elegir la soledad es un acto de valentía personal e intransferible y que yo también formé durante años parte del grupo social emparejado aunque fuera profundamente infeliz y que si me desuncí de aquel yugo no fue para, precisamente, tener pensamientos tontos como los que estaba teniendo.

También puede ser que como soy un bicho muy social ya me están llegando las ganas de compartir, así que agarré el teléfono y quedé con mis amigos autóctonos a la espera de que lleguen refuerzos desde “la tierra media”.

Si es que nunca estamos contentos con lo que tenemos…

En fin.

LaAlquimista

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Temas

Filosofía de Vida y Reflexiones. Lo que muchos pensamos dicho en voz alta

Sobre el autor

Hay vida después de los 50, doy fe. Incluso hay VIDA con mayúsculas. Aún queda tiempo para desaprender viejas lecciones y aprender otras nuevas; cambiar de piel o reinventarse, dejarse consumir y RENACER. Que cada cual elija su opción. Hablar de los problemas cotidianos sin tabú alguno es la enseña de este blog; con la colaboración de todos seguiremos creciendo.


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