Exageraciones masculinas | A partir de los 50 >

Blogs

Cecilia Casado

A partir de los 50

Exageraciones masculinas

Casos reales como la vida misma.

(1) Esto es cuando al hombre –que vive en pareja- le llama la mujer que vive con él y le pide, por favor, si puede encargarse de preparar la cena porque ella se va a retrasar. Bien entendido que es ella la que habitualmente lleva la responsabilidad –adquirida voluntariamente o porque a la fuerza ahorcan- del refrigerio nocturno y bien entendido también que es una pareja que se lleva bien. Esto es cuando ella llega a casa y le encuentra a él más que apesadumbrado en el sofá, con cara de quien se ha comido el chocolate, las galletas, el helado y los bombones y le han pillado in fraganti y ante la pregunta muda de ella se defiende con el argumento mayestático por excelencia: “es que he ido al frigo y no había nada”.

La mujer, que tiene el stock de comida memorizado hasta la última rama de perejil, va a la cocina con la vaga idea de que han entrado ladrones y se han llevado la lechuga, los tomates, las cebolletas, el pepino, los calabacines, los pimientos de padrón, los huevos, los paquetes de jamón –serrano y del otro- y los dos trozos de queso, -manchego y roquefort- el caldo que sobró de las vainas, el paquete de gulas y el medio kilo de pechugas de pollo y los dos lomos de merluza que guarda en el congelador. Eso sin contar lo que hay por los armarios que también tiene su capacidad alimenticia.

La mujer, digo, abre el frigorífico y –como ella ya sabía- allí está todo, bien ordenado y sin rechistar. “¡Cómo que no hay nada!” -exclama ella sin saber si le toca indignarse o carcajearse- y ese es el momento cumbre del hombre cuando contesta: “bueno, algo sí que hay, pero no está preparado” y se queda esperando a… lo que sea.

Igual los hombres piensan que la tortilla de patatas y la ensalada de tomate con su cebollita tierna que aparece en la mesa es el producto de un toque mágico de una varita que tiene la mujer y que únicamente ella sabe utilizar…

(2) Esto es cuando el hombre y la mujer parten de vacaciones –al pueblo o al hotel de la costa- con las maletonas y él comienza a quejarse de “todo lo que llevas” y reniega de que no van a caber en el maletero y para qué se ha tirado ella dos días metiendo cosas si a él con el traje de baño y el pantalón corto le basta y le sobra. Efectivamente: dos días (o más) con la lista de todo lo que va a hacer falta y que si se olvida y hay que comprar él va a renegar por no haber sido ella más previsora. Que si vamos todos a la playa con el traje de baño y unos pantaloncitos en cuanto nos mojemos (sobre todo los niños) se va a liar parda si no hay ropa de recambio. Que los hombres/padres/maridos tienen la buena costumbre de secarse al sol del chiringuito de la playa o de la piscina mientras las criaturas que se le adjudican en el Libro de Familia andan haciendo de las suyas escapando de la madre que se empeña –mira que es pesadita ella- en ponerles crema factor 50 para no tener que pasarse luego la noche con las compresas de agua fría, el termómetro y la angustia en pleno desvelo. ¿Quién se imagina a toda la familia dando vueltas todo el día con el traje de baño, las chanclas y una camiseta?

Efectivamente, los hombres, para irse de vacaciones no necesitan más avíos que los descritos por ellos mismos. Si luego les hace falta algo, van y lo compran aunque sea al triple de su precio normal. Y si se les ha olvidado la crema solar pues se queman y santaspascuas. Y si no hay gorra o sombrero pues aguantan la insolación como machotes. Y si les roban el móvil, la cartera y las llaves por dejarlo todo tirado por ahí pues juran en arameo y deciden que eso de irse de vacaciones es una maldición y que las playas están llenas de manguis, siempre antes que meter las cosas en esas bolsitas –pequeñas y monísimas- donde la mujer guarda su ajuar para que no le salgan patas.

Uno ve lo que quiere ver y se queda ciego (o mudo o sordo) cuando mejor le conviene y diseña su propia concepción de la realidad según le interesa en cada momento.

Leyendo estos topicazos  (que el calor no da para más) me doy cuenta ahora –sólo ahora, con el paso de los años- de que yo también he pasado por ahí y de que podría estar todavía enganchada a esa locomotora si no hubiera saltado (en marcha) del tren de las exageraciones masculinas…

En fin.

LaAlquimista

*También tengo “exageraciones femeninas” pero todo no cabe en el mismo cajón desastre.

Por si alguien desea contactar:

apartirdeloscincuenta@gmail.com

Temas

Filosofía de Vida y Reflexiones. Lo que muchos pensamos dicho en voz alta

Sobre el autor

Hay vida después de los 50, doy fe. Incluso hay VIDA con mayúsculas. Aún queda tiempo para desaprender viejas lecciones y aprender otras nuevas; cambiar de piel o reinventarse, dejarse consumir y RENACER. Que cada cual elija su opción. Hablar de los problemas cotidianos sin tabú alguno es la enseña de este blog; con la colaboración de todos seguiremos creciendo.


julio 2015
MTWTFSS
  12345
6789101112
13141516171819
20212223242526
2728293031