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Cecilia Casado

A partir de los 50

¿Es realmente cara nuestra ciudad?

 

Este es un tema que salta a la palestra cada verano en cuanto alguien sube a las redes la foto de un tique donde pone que le han cobrado 3€ por un café o 5€ por una caña. Es un tema recurrente que da bastante de sí cuando no hay algo más enjundioso que echarse a las meninges.

Servidora, que está bien aprendida y viajada, nunca cometería el “paletismo” de enseñar un tique de los Campos Elíseos donde una cerveza cuesta 8€ y un Martini 16€. Por eso escribo este post para remarcar ciertos aspectos de la cuestión que parece que se ignoran por desconocimiento o por simple mala intención.

San Sebastián ha sido bendecida por la naturaleza. Como algunos seres humanos bellos y hermosos por fuera que sacan fruto y beneficio de esos dones recibidos (léase modelos, actores o quienes utilizan su “palmito” para medrar). Donostia/San Sebastián es una de las ciudades más hermosas que he conocido y mi opinión es avalada por cualquiera –chovinismos aparte- que haya paseado su paz en un atardecer a la orilla del mar.

La primera impresión que se ofrece a los ojos del visitante es la de la pura y simple perfección de la naturaleza en un marco impresionante de ensoñación paisajística que ningún alcalde visionario ha conseguido todavía deslucir.

Y lo bonito se cotiza, lo hermoso se valora, lo que da placer se paga.

Más o menos, con mesura o exageradamente, todo aquel que tiene un negocio en un enclave de “sobresaliente” saca fruto y beneficio del mismo. La medida la dará la honradez de la persona y el equilibrio entre lo que es un negocio honesto y la avaricia abusadora.

En la Piazza Navona los precios son el doble que en el Trastevere, en l’Île de Saint Louis un helado vale más que en Bastille, en Chelsea te clavan lo que no hacen en Nothing Hill. Y en la Plaza Mayor de Madrid las ricas tazas de café con leche se cotizan como las cigalas en Chamberí. No digo más.

Lo que ocurre es que hay personas/negociantes a quienes no les importa robar y abusar de quienes están de paso porque, total, ya saben que no van a volver; a esos turistas a los que está “permitido” apalear el bolsillo según un código deontológico de “aquí se hace lo que a mí me da la gana”. Pues muy bien.

En una economía libre de mercado como la nuestra nadie se escandaliza porque en el centro de la ciudad haya algunos comercios de ropa (de marca o desmarcados) que ostentan unos precios absolutamente impresentables: zapatillas a 400€, pantalones a 700€, vestidos a 1.200€ y bolsos a 1.500€. ¿Acaso esto no es un agravio social en los tiempos en los que vivimos? Pues no veo yo que nadie ponga el tique de una de estas tiendas demostrando que ha pagado por un bolso el salario que mantiene a una familia de cuatro miembros… ¡Se le caería la cara de vergüenza!

Yo propongo disfrutar de lo que es un regalo de la naturaleza y para lo que no hay que sacar billete de entrada. ¡Hay tanto donde elegir en esta ciudad! Sin olvidar lo que ha construido el hombre: edificios, parques, plazas, enclaves únicos y ensoñadores que están ahí, al alcance de cualquiera ofreciéndose con amabilidad a todo el que quiera valorarlo y respetarlo.

Es malo señalar con el dedo a quien abusa tontamente cobrando a precio de oro la cerveza de barril. Y digo que no es bueno porque nos erigimos en una especie de jueces inapelables, inquisidores de pacotilla y maniqueos de a pie que vemos la paja en el ojo ajeno y, quizás, obviemos los defectos de los que nosotros mismos adolecemos.

San Sebastián es una ciudad que se mantiene sobre sí misma y sus propias cenizas (referencia histórica), con un pasado de aguas turbulentas y lluvia clara, educando a ciudadanos que no siempre quieren ser educados y vendiéndose a sí misma como cualquier otro municipio: con lo que tiene y con lo que puede.

No confundamos la parte con el todo y si vamos a hablar de empresarios o dueños de negocios espabilados y poco honestos también podemos mirar hacia otros lares, que en todas partes cuecen habas y en mi casa a calderadas.

En fin.

LaAlquimista

Por si alguien desea contactar:

apartirdeloscincuenta@gmail.com

Foto: Amanda Arruti

 

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Filosofía de Vida y Reflexiones. Lo que muchos pensamos dicho en voz alta

Sobre el autor

Hay vida después de los 50, doy fe. Incluso hay VIDA con mayúsculas. Aún queda tiempo para desaprender viejas lecciones y aprender otras nuevas; cambiar de piel o reinventarse, dejarse consumir y RENACER. Que cada cual elija su opción. Hablar de los problemas cotidianos sin tabú alguno es la enseña de este blog; con la colaboración de todos seguiremos creciendo.


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