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Cecilia Casado

A partir de los 50

Alfombra roja

 

Me disgusta la televisión y a la prensa llego lo justo para estar al día de lo que ocurre en el mundo, no sé quién dijo que una persona sin información es una persona sin opinión aunque ahora todos tenemos opiniones más que sesudas sobre todo y ya no hay quien nos pare en una sobremesa o en la barra de cualquier bar.  

El caso es que los medios nos bombardean con imágenes crueles de guerras, asaltos, violaciones, asesinatos y el abanico completo de maldades que es capaz de perpetrar el ser humano para imponerse al que tiene al lado. Como paradoja insoslayable, esos mismos medios, cuando de hablar de lo que ocurre “en casa” se trata nos presentan documentos y testimonios de cuanta fiesta, jolgorio, festival, competición deportiva o “alfombra roja” tiene lugar al lado mismo de donde vivimos. Como si la guerra, el dolor, el hambre, la muerte, los jinetes todos del Apocalipsis se disfrazaran de estrellas michelin, gasas, terciopelos y escotes palabra de honor, sonrisas, autógrafos y glamour.

Entonces alguien –mucho más racional y sesudo que yo- me explica que una cosa no quita la otra, vamos, que aunque el mundo ande reventando allende las fronteras aquí todo está bien o tirando a bien. Nuestra pequeña ciudad se convierte en una especie de delicatessen al alcance de todos con motivo de ser la sede de festivales encopetados, simposios de renombre y cuanto evento lleno de “celebs” puedan organizar los que se ocupan de rentabilizar los espacios que se alquilan al efecto. Y me parece muy bien, por supuesto, hay que saber venderse y para eso muchos maestros imparten sus clases magistrales a unos alumnos muy, pero que muy aventajados que rentabilizan sobradamente los honorarios pagados.

En estos días pasados de regatas y fiestas populares, he tenido el placer de ser anfitriona de un artista mexicano que culminaba su periplo europeo con un broche donostiarra. Este hombre joven ha posado una mirada reflexiva –y suscitado mi reflexión- sobre la forma de vida de la que hacemos gala en esta ciudad. –“¡Pero qué bien viven ustedes!”-se le escapó admirativamente- y yo no me atreví a quitarle la razón hablándole del paro, de la ausencia de oportunidades, de ciertas injusticias sociales que siguen vigentes y de difícil solución, de la expatriación de nuestros jóvenes talentosos, de todos los que nos hemos ido al garete profesional con la crisis, de que no es oro todo lo que reluce…

¿Qué se ve desde fuera si no se rasca un poco la superficie?

Intenté explicarle a este buen amigo que las cosas no siempre son lo que parecen, pero me saltó a la mente la lista de fiestas que van desde el 1 de Enero hasta el 31 de Diciembre, celebraciones de toda índole, no hay quincena en la que no suene la música o semana en la que no nos hagan algún teatro; la gastronomía está llena de exquisiteces y parece que ya nadie come lentejas y albóndigas en su casa, dentro de nada vestirse en alguna tienda del señor Amancio va a ser una pura cutrez, hay que mantener el listón bien alto y darle la razón al gran filósofo que dijo que “vivimos en el mejor de los mundos posibles”.

Hoy mismo las calles se colapsarán de glamour y nos visitarán personajes de altísimo caché cinematográfico, todos querremos participar aunque sea de refilón de ese “famoseo” al alcance de cualquier teléfono móvil. No sé, yo debo de ser un poco rarita porque en estos días en los que la ciudad se maquilla de photoshop me suele gustar más buscar la tranquilidad lejos del barullo, porque siento que, de alguna manera, vivimos demasiado bien, o acaso es que les damos la espalda a nuestros problemas o tendrá razón mi amigo mexicano en su pequeña reflexión…

En cualquier caso, aunque sea con la tarjeta del paro en la boca (en vez de la Visa Oro), por unos días la ciudad y sus ciudadanos volverán a vestirse de fiesta y a utilizar todos los recursos posibles para convencerse de lo bien que vivimos.

En fin.

LaAlquimista

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Filosofía de Vida y Reflexiones. Lo que muchos pensamos dicho en voz alta

Sobre el autor

Hay vida después de los 50, doy fe. Incluso hay VIDA con mayúsculas. Aún queda tiempo para desaprender viejas lecciones y aprender otras nuevas; cambiar de piel o reinventarse, dejarse consumir y RENACER. Que cada cual elija su opción. Hablar de los problemas cotidianos sin tabú alguno es la enseña de este blog; con la colaboración de todos seguiremos creciendo.


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