Guardo escrupulosamente toda la correspondencia que mantengo con aquellas personas que me escriben aceptando la invitación que hago al incluir mi dirección electrónica al final de cada post. De vez en cuando, releo esos correos y me quedo sorprendida, no de lo que me cuentan, sino de lo que he sido capaz de responder yo misma. Como es correspondencia privada suelo escribir distendida, sin miedo a meter la gamba o a que me salten a la yugular. A veces cuento cosas personales por pura empatía y ahí es donde la relectura me ha provocado una profunda reflexión.
Hablo de la respuesta que le envié a una mujer absolutamente anónima –no dio nombre y su dirección email no aclaraba nada- que me escribió contándome sus cuitas y buscando desesperadamente una solución a sus problemas. ¿Me reconozco en mis palabras? ¿Soy realmente así como me he descrito? ¿Consejos vendo y para mí no tengo? Reflexionando, que es gerundio.
“Buenos días X:
Conforme leía tu correo -por tres veces- he ido reconociéndome en algunas de tus afirmaciones. ¡Es un mal endémico de la mujer inteligente de este siglo sentirse así! Pero ¿qué hacer para la ubicación interna y la paz?
No creo en los libros de autoayuda; creo en las personas de autoayuda, es decir, en que de una persona aprendes una cosa y de otra aprendes otra, sin necesidad de leer en libros de colores teorías difíciles de llevar a la práctica.
Vaya por delante que yo no tengo autoridad moral para dar consejos ni soluciones de ningún tipo; lo único que puedo hacer es compartir lo que me ha ocurrido a mí por si ese ejemplo sirve a alguien más.
He aprendido a vivir con mis contradicciones, a aceptarlas plenamente. Que a veces tengo un discurso independiente y casi feminista y luego resulta que me encantaría encontrar al hombre de mi vida (una vez más) y comer perdices con él.
Que he aprendido a DISFRUTAR de la soledad, pero que… ¿a quién le amarga un dulce?
Mi truco ha sido dejar de BUSCAR. Dejar de ESPERAR. Quitarme de APEGOS absurdos. Y, simplemente, ser YO.
Yo y mi ESENCIA con todo lo que eso conlleva; mal humor a veces, bajones anímicos, ganas de mandar todo al carajo y una especie de odio al mundo en general y a ciertas personasen particular. Menos mal que se me pasa…
Aceptándome como soy es como he cambiado. O evolucionado. En vez de ir CONTRA MÍ MISMA me he puesto a jugar en mi propio equipo.
He aprendido a PERDONARME por no aceptarme como soy y eso es porque… ¡nos han manipulado tanto!
Teníamos que ser las hijas y mujeres y esposas y madres que ELLOS habían decidido que era lo correcto… ¿nos consultaron lo que queríamos?
Bueno, no quiero extenderme y abrumarte.
Tan sólo que sepas que, esta mañana de sábado, he reservado este tiempo para compartir contigo mis reflexiones y desearte todo el ánimo del mundo para que el trabajo de evolución en el que estás (estamos) inmersa siga adelante y dé sus frutos esperados.
Un abrazo cargado de energía positiva.
Cecilia”
Parece poca cosa mi respuesta –aunque esta mujer me respondió dándome sentidamente las gracias- pero en pocas líneas he resumido mi vida. Absolutamente. Desde la infancia hasta mi actual estado de “adulta mayor”. Tiene sus bemoles la cosa…
En fin.
LaAlquimista
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