Para huir de uno mismo no hace falta ampararse en la oscuridad, ni siquiera esconderse de los demás, tan sólo disfrazar la huída un poco para que nadie se dé cuenta y nos sigan dejando en paz. Basta con contar una bonita película cuyo fondo, cuyo mensaje, sea ambiguo de interpretar, como las de arte y ensayo de otra época
El guion se escribe en la bruma de ciertas soledades, la producción se lleva a cabo con lo poco que queda del naufragio vital y el actor principal tiene el caché tan bajo que está dispuesto a rodar la película en escenarios de limitado presupuesto y metiendo horas extras. Sin exteriores apenas. Es decir, el círculo se cierra sin salir del interior de uno mismo.
Pero quien huye se olvida de que lleva una mochila invisible con todas sus penas a cuestas, que los asuntos sin resolver siguen ahí –sin resolver- por mucho que uno ponga millas de por medio; el que huye de sí mismo carga con una sombra que le recordará que no dejó atrás los asuntos finiquitados, que el nuevo camino estará repleto de piedras conocidas, piedras con las que tropezar fatalmente; serán el mismo sol y los mismos vientos los que azoten su deambular por la vida, huyendo, siempre huyendo.
Es el patético –y tan humano- no querer mirar atrás, es el desesperante estar harto de todo, es el ‘si se pudiera olvidar y empezar de cero’, es el ‘no puedo más y ya todo me da igual
Quien huye sabe que no sirve de nada intentarlo, pero le queda la esperanza de ser diferente, de ser la excepción de la regla, podrá pensar que va a tener para huir las agallas que no ha tenido para afrontar el gran problema que es vivir.
He conocido a personas así y de ellas he aprendido una gran lección: la de no dejarme caer, la de no matar la esperanza y, sobre todo, viéndoles –como les he visto- ocultarse de la realidad en madrigueras transparentes, en vidas sin vigas que temblaban con el menor viento, aprendí gracias a esas personas que siempre hay “otra” manera de encarar la vida
Porque de la vida sólo se escapa de una manera y ésa, me temo que no le gusta a casi nadie.
En fin.
LaAlquimista
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