Elur, mi precioso bichón maltés de diez años, padece epilepsia. Esta enfermedad se le declaró hace ya casi cinco años como consecuencia colateral de una meningoencefalitis que se le produjo de la noche a la mañana y que hizo que pasara de ser un perrillo saltarín –con el que me iba al monte tranquilamente- a un tranquilo, simpático y discapacitado perrillo que anda con paso “turulato”.
En su día acudí a varios veterinarios para saber el origen, evolución y posible curación de su enfermedad y de todo lo que me dijeron saqué en claro dos cosas. La primera que la crianza de perros bonitos y con pedigrí es un negocio puro y duro de mezclas más o menos endogámicas con el único fin de que salgan “perros guapos” que puedan tener un buen encaje en el mercado de animales. Es decir: como ocurrió con mi madre cuando decidió que quería un perro para “jugar” con él a sus ochenta años, que no le gustaron los que había para adoptar en la Protectora y hubo que comprarle un “perro de marca”, previo pago de muchos maravedíes…
Elur vino de un criadero con todos los papeles en regla: partida de nacimiento y certificados varios que garantizaban que el perro era de “buena familia”. El capricho de una anciana hecho realidad y un ser vivo de cuatro patas lanzado a una vida “humanizada” en contra de la más mínima libertad y derechos que le asisten como ser vivo.
Pero esto es lo que hay –como me fui enterando a base de preguntar aquí y allá. Adoptar un perro es un acto de generosidad y comprarlo en una tienda es un acto de puro egoísmo, cuando no de capricho puro y duro. Con esto no quiero decir que TODOS los perros comprados lo hayan sido por intereses espurios… pero bueno.
El caso es que me muevo desde hace varios años en un “círculo perruno”, los mal llamados “dueños” de perros interactuamos muchísimo, sin conocernos de nada nos saludamos y hablamos de nuestros perros, como si fueran bebés, de lo bien que comen o lo mal que duermen, de sus enfermedades y de las habilidades de unos u otros veterinarios. Compartimos sugerencias, ideas y consejos, todo alrededor de un objetivo común: el perro.
Así he sabido de los males y enfermedades que se ceban en las diferentes razas, casi como una generalidad fatídica. Del pastor alemán al yorkshire, pasando por el terranova y el coollie, el bulldog francés –ejemplo de perro customizado a gusto del consumidor- hasta llegar a los perrillos tan pequeños que parecen auténticos juguetes a pilas. (Con todos mis respetos, por supuesto).
![elur-octubre-2017](https://static-blogs.diariovasco.com/wp-content/uploads/sites/19/2017/10/Elur-Octubre-2017-233x300.jpeg)
Elur, mi precioso y querido bichón maltés, lleva AÑOS manteniéndose a base de cortisona para regular su estabilidad motriz. Obviamente, este fármaco le produce efectos secundarios muy graves. Contrajo una gingivitis ya que no se le podía sedar para hacerle una limpieza bucal de toda la flora microbiana que se había instalado en su dentadura, debido a que su corazón probablemente no resistiría una anestesia completa. De resultas, lleva ya un año tomando antibiótico genérico a la vez que, sin pausa alguna, se le van cayendo sus necesarios dientes y viendo cómo su ingesta de alimentos deja de ser afanosa y deliciosa: se acabó roer huesos.
Como consecuencia del último ataque epiléptico –hace menos de una semana- tiene que tomar Diazepan para estar tranquilo y de resultas de esta nueva medicación se pasa veinte horas al día durmiendo con lo que su calidad de vida se ha visto mermada considerablemente quedando esta reducida a comer, dormir y salir un rato al parque por la mañana y otro rato por la tarde; más, no quiere.
Subo y bajo a la Protectora de Animales con relativa frecuencia, donde aportan a Elur cuidados médicos y desde donde me animan a darle mucho cariño, atención y todos los mimos posibles. Es un ser vivo enfermo al que hay que cuidar en lo físico y también en lo psíquico, qué duda cabe.
Pero tengo rabia por dentro. Esta emoción me asalta cada vez que pienso lo estúpido que es el ser humano, capaz de modificar razas y hacer cambalaches para el puro negocio sin pararse a pensar en que todo eso tiene un precio, un precio muy alto que, no me cabe la menor duda, acabamos todos pagando. En mi caso, el dolor y la tristeza de no ver a Elur disfrutando de su naturaleza vital –como hago yo con mi naturaleza vital humana- como consecuencia del capricho egoísta de tener un perrillo que ha sido “diseñado” para lucirlo y dar compañía y cariño como fin de sus tristes existencias.
Algo así como las parejas que se quieren poco y mal y pretenden arreglar el tema teniendo un hijo “que los una”. Algo así como las personas antipáticas y asociales que se compran un perro para poder hablar con él en vez de hacerlo con otros seres humanos. Algo así como lo que le ocurre a mi pobre perrillo que está arrastrando su existencia entre cuatro paredes en vez de dar saltos por el campo persiguiendo mariposas como sería lo adecuado a su naturaleza.
Ya sé que este post es triste y algo enfadado; o más bien enfadado y algo triste y con la espada de Damocles que me dice que me vaya preparando para un desenlace que va a ser el más duro de todos: llevarlo a un veterinario para que lo maten cuando la enfermedad haya minado sus defensas y no le quede apenas esa mínima fuerza vital en sus ojillos para seguir mirándome con su amor especial cada mañana…
En fin. Lo que se aprende si uno quiere aprender…
LaAlquimista
https://www.facebook.com/laalquimistaapartirdelos50
Por si alguien desea contactar:
apartirdeloscincuenta@gmail.com