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Cecilia Casado

A partir de los 50

Reflexión del lunes. Tranquilidad vs razón

Vivimos tiempos revueltos. Hay días en los que es un auténtico sobresalto despertarse en la mañana y una pequeña odisea incorporarse a la rueda del mundo. Si tomas el desayuno acompañando el café con las noticias es casi seguro que, a poca conciencia crítica que hayas desarrollado, se te revuelva en el estómago. El té o la leche con cereales tampoco son más resistentes.
El caso es que luego te lanzas a la calle, a la vida, al trabajo y compruebas –en mi caso un poco horrorizada- cómo las gentes se metamorfosean en adalides de las ideas de otros (¡qué mérito hacer que parezcan suyas!) y enarbolan argumentos como estandartes para acaparar razones que alimenten su ego o su ideario personal, que me parece que es lo mismo aunque no estoy del todo segura.
En la pescadería se habla de “sedición y secesión” entre merluzas de anzuelo, salmonetes de roca y antxoas del Cantábrico. En el bar de mi cafecito de media mañana aparecen –sin haber avisado- un par de expertos en “fuegos e incendios” que saben (SABEN) positivamente cómo y cuándo los pirómanos han estado a punto de destruir Galicia y las comarcas aledañas. No quiero ni imaginarme las lecciones magistrales sobre esto, lo otro y lo de más allá que se impartirán estos días –estos últimos tiempos- en comedores proletarios o máquinas del café de las empresas que todavía las mantengan.
Ante este desgaste neuronal, emocional e intelectual continuado al que nos aboca la falta de indiferencia ante lo que ocurre en este mundo nuestro, me propuse aplicar una máxima de esas que tengo guardadas como “fondo de armario espiritual” : “Elijo la tranquilidad antes que tener la razón”.
Cuando salió en una sobremesa el tema de “El día de la Hispanidad”, dejé que se desgañitaran los que proclamaban a voz en cuello el “genocidio español sobre los pueblos indígenas de América” sin mover apenas los músculos de mi rostro, indiferente en apariencia y callando mis “razones” también a la facción que ironizaba acerca de que serían probablemente los antepasados de quienes así hablaban los que habían cometido el expolio/conquista…
Pude poner en práctica también esa pequeña perla cultivada tan interesante cuando se empeñaron en llenar de paralelismos más o menos inconexos –es que las líneas paralelas NUNCA se juntan- la situación que vive Cataluña con la que vivió en su momento Euskadi. Ahí volví a callar mis “razones” y dejé que se acaloraran los demás  poniendo a prueba los límites de su presión sanguínea.
Paso patinando por encima de las controversias sobre si llegaremos a viejos cobrando la pensión de jubilación o el Estado quebrará antes mandándonos a la última posición de la fila de países en vías de desarrollo. Es A LU CI NAN TE la cantidad de “analistas políticos”, “economistas de salón” o “politólogos de barra de bar” que han proliferando últimamente. Aquí todo quisque tiene una opinión y unas razones más y mucho mejores que las del vecino. O como suelo decir yo: “Aquí el más tonto hace relojes”.
El caso es que, desde que no defiendo acaloradamente –como antaño- mi percepción de “la cosa”, gano en tranquilidad todo lo que los demás pierden en obtener victorias pírricas sobre su oponente dialéctico. No quiero decir en absoluto que me haya vuelto indiferente al drama humano que nos circunda, lo que quiero decir es que he comprendido que no me sirve de nada defender una posición o unas razones frente a personas que, lo tengo comprobado, lo único que quieren es precisamente lo único que yo también pretendía: tener razón.
No me sirve de nada polemizar sobre si las ayudas sociales se las llevan los justos o los injustos, me sirve de muy poco enzarzarme en la defensa de los que escapan de una guerra buscando salvar lo que queda de sus maltrechas existencias. Se han quebrado ya las vigas maestras que sustentaban mis razones intelectuales dejando paso a un sencillo discernimiento que me impele a hacer cosas en vez de defender con palabras lo que pensamos que “otros” deberían hacer.
Me reafirmo: “elijo la tranquilidad antes que tener la razón”.
Felices los felices.
LaAlquimista
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Por si alguien desea contactar:
apartirdeloscincuenta@gmail.com

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Filosofía de Vida y Reflexiones. Lo que muchos pensamos dicho en voz alta

Sobre el autor

Hay vida después de los 50, doy fe. Incluso hay VIDA con mayúsculas. Aún queda tiempo para desaprender viejas lecciones y aprender otras nuevas; cambiar de piel o reinventarse, dejarse consumir y RENACER. Que cada cual elija su opción. Hablar de los problemas cotidianos sin tabú alguno es la enseña de este blog; con la colaboración de todos seguiremos creciendo.


octubre 2017
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