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Cecilia Casado

A partir de los 50

Habilidad para el autoengaño

 

Dicen que decía Einstein que una de las dos cosas infinitas que él conocía era la estupidez humana –la otra era el Universo- y siempre me ha parecido una frase demasiado fácil y poco caritativa, porque mucha veces confundimos estupidez con capacidad de auto-engaño y esta última –a fin de cuentas- no es más que el último bastión que le queda al ser humano donde protegerse contra el dolor, la iniquidad y hasta la propia cobardía.

Confiar en que las oraciones, la fe religiosa o una promesa elevada a la categoría de penitencia puedan ayudar a sanar una grave enfermedad… ¿es estupidez o una manera de engañarse a uno mismo? ¿Denota acaso que la persona se aferra a un clavo ardiendo con tal de no sucumbir al desánimo total y tirar la toalla?

Confiar en que la persona a la que has amado durante años va a cambiar de actitud y va a dejar de provocar dolor por el mero hecho  de aguantarla con santa paciencia, rodearla de comprensión sin límites y tragarse el orgullo propio… ¿es estupidez o una manera de engañarse a uno mismo? ¿No será más bien el síntoma de que la persona que aguanta y sufre lo está haciendo por miedo a enfrentarse a la soledad y a perder el poco amor que imagina le dan?

Creer en la existencia última de las cualidades de una persona –que no se manifiestan, que están latentes e incluso ocultas- es como creer en un dios al que no ves y que siempre martiriza con desmanes propios de dioses. ¿Cómo se puede seguir amando a alguien a pesar del dolor infligido, de las desgracias personales, de las íntimas catástrofes?

Confiar ciegamente en que una persona es digna de nuestro amor –aunque no se lo merezca, aunque forme parte de la familia troncal, aunque sea antipática y desconsiderada y no tenga ni un solo detalle digno de mención- y seguir a su lado por encima de todo no denota otra cosa que estupidez, cobardía y miedo a la soledad.

Pero, ojo, no hagamos trampas que es demasiado fácil y se nos va a notar enseguida. Que estas críticas son de ida y vuelta, que tanto podemos condolernos por lo que creemos nos están hurtando como debemos reflexionar sobre lo que NOSOTROS quitamos a los demás. Es demasiado fácil “victimizarse” y contar a los cuatro vientos cuánto se sufre, cuánto dolor injusto se padece, que “malos” son los otros y cuánta santa paciencia nos habita a nosotros, los mártires, las víctimas, los injustamente tratados que miramos desde un único lado del espejo.

Eso también es estupidez y auto-engaño y si no se es capaz de tener la humildad suficiente como para reconocerlo y lidiar con ello, ahí están “los otros”, esos que sí se dan cuenta de las trampas personales y que, en un acto reflejo de supervivencia, van a alejarse, desaparecer de la órbita contaminada y buscar su camino lejos de esa esfera llena de auto-engaño y soberbia.

Sin amor el ser humano se siento solo y perdido, por eso cuando falla, uno se inventa cualquier otro tipo de amor para proporcionar el alivio mínimo que permita seguir viviendo. Capacidad de supervivencia y adecuación al medio se le llama a eso. O auto-engaño. O estupidez. Cualquiera sabe…

Felices los felices.

LaAlquimista

Por si alguien desea contactar:

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Filosofía de Vida y Reflexiones. Lo que muchos pensamos dicho en voz alta

Sobre el autor

Hay vida después de los 50, doy fe. Incluso hay VIDA con mayúsculas. Aún queda tiempo para desaprender viejas lecciones y aprender otras nuevas; cambiar de piel o reinventarse, dejarse consumir y RENACER. Que cada cual elija su opción. Hablar de los problemas cotidianos sin tabú alguno es la enseña de este blog; con la colaboración de todos seguiremos creciendo.


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