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Cecilia Casado

A partir de los 50

Madres que no quieren a sus hijos

 

“Las consecuencias devastadoras de tener una madre que no te quiere”. Artículo de Esther Gutiérrez Marín.

https://www.larazon.es/familia/las-consecuencias-devastadoras-de-tener-una-madre-que-no-te-quiere-GK17599438

La lectura del artículo de referencia me ha resultado clarificadora en grado sumo, por lo que ruego sea leído antes de continuar con la lectura de este post. El artículo no me revela una realidad que me resulte ajena y desconocida sino porque ratifica “una vez más” la idea arraigada que siempre he tenido de que el instinto maternal es un concepto aleatorio e incluso volátil. Vamos, con no más fundamento del que una le quiera otorgar.

Siempre he mantenido que mi madre no me quiso lo que me merecía como ser humano traído al mundo sin pedirle opinión, aseveración esta que me ha acarreado no pocos desencuentros con la propia familia. En realidad, tanto daba lo que ella pudiera aducir en este asunto porque lo verdaderamente importante –y vital- para mí, era cómo yo percibía ese desamor o desapego materno.

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Explicaciones, muchas; justificaciones, ninguna. Así de rotunda llegué a ser después de rebuscar en los recovecos de mi mente y de mi alma los motivos por los que padecí durante muchos lustros un fuerte dolor por no sentirme querida por mi madre. Que ya digo que da igual que ella “me quisiera a su manera, que eso no me salvó del desgaste emocional ni de docenas de sesiones de terapia; que no se trata únicamente de cómo viviera ella la maternidad –con sus dudas, problemas, desajustes o traumas-, porque lo que importa de verdad –porque es lo único que me tiene que importar- es cómo lo he vivenciado yo, en primera persona, en mis carnes y en lo más íntimo de mi ser. Puedo escudriñar mis sentimientos, no los ajenos.

Los hijos a quienes se nos ha manifestado claramente que “no somos merecedores del amor de nuestras madres, nos han clavado un puñal con la punta curva y envenenada porque nos han hecho creer que era por nuestra culpa”; es decir: algo haces mal y yo no te voy a querer por eso”. 

Hace falta mucha valentía, fuerza y trabajo interior –y ayuda exterior- para darle la vuelta a esa sentencia y buscar las verdaderas razones por las que una madre no quiere a un hijo. Descubrir que esas razones son patrimonio exclusivo de la madre y no del hijo, puede llevar mucho tiempo, incluso la vida entera en el peor de los casos.

Es obvio que en este post ni voy a exponer ni voy a analizar los motivos por los que estoy convencida de que mi madre nunca me ha amado como yo necesitaba que me amara. Eso le pertenece a ella, es su problema o su condena, a fin de cuentas, su vida, no la mía. Pero lo que sí voy a hacer es lanzar una llamada de atención o un grito de alarma hacia las mujeres que en estos momentos no sienten por sus propios hijos ese “amor incondicional” que se supone que deberían sentir. Cada una de esas mujeres, en el lugar más recóndito de su ser, sabrá de los porqués que les aleja de sentir amor por sus propios hijos, no se trata aquí de investigar para juzgar y condenar sino de reflexionar para mejorar.

Cada una de esas mujeres, sobre todo para las que se den por aludidas, deberá ser muy CONSCIENTE del daño irreparable que se le puede infligir a un hijo negándole el amor que necesita. Cada una de esas mujeres, probablemente, haya sufrido también en sus carnes la ausencia de amor de su propia madre  (o un amor conflictivo) y no conoce otra cosa, otro camino, y reproduce el esquema, sigue con la lección (mal)aprendida y la perpetúa en sus propios hijos, un abandono afectivo y emocional troncal, desde la bisabuela a la abuela, aterrizando en la madre y deteniéndose en las hijas.

Sí, las hijas, las que podemos ROMPER definitivamente esa cadena mohosa de falta de amor por incapacidades diversas y crear un nuevo pequeño mundo amoroso con nuestros propios hijos sin cargar sobre sus espaldas ese maldito “pecado original” que tantas mujeres han arrastrado y expandido de manera cruel y muchas veces inconsciente sobre sus propios hijos.

El artículo al que hago referencia es una verdad como un templo. Invito a reflexionar y rebuscar en el fondo de nuestro corazón. Porque todos conocemos a alguna mujer que no ha sabido amar a sus hijos y les ha destrozado de alguna manera la vida.

Esta injusticia también debería terminar.

Felices los felices.

LaAlquimista

Por si alguien desea contactar:

apartirdeloscincuenta@gmail.com

 

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Filosofía de Vida y Reflexiones. Lo que muchos pensamos dicho en voz alta

Sobre el autor

Hay vida después de los 50, doy fe. Incluso hay VIDA con mayúsculas. Aún queda tiempo para desaprender viejas lecciones y aprender otras nuevas; cambiar de piel o reinventarse, dejarse consumir y RENACER. Que cada cual elija su opción. Hablar de los problemas cotidianos sin tabú alguno es la enseña de este blog; con la colaboración de todos seguiremos creciendo.


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