Ya es oficial que estamos en primavera. Justo el 20 de Marzo a las cinco y cuarto de la tarde, con la taza del té calentito en la mano. Sin embargo, estoy descompensada, hace mucho frío afuera, unos 5º centígrados, pero el programador del sistema de calefacción central registra la fecha y deduce que ya no es tiempo de gastar tanto gasóleo. Una fake news esta primavera recibida a bombo y platillo con guantes y bufanda por el pasillo.
También es falso lo que han contado estos días a través de los medios; falso o maquiavélicamente manipulado para que parezca lo que no es y esconda lo que es porque daría vergüenza mostrarlo. No señalo con el dedo porque tendría que ser una especie de eduardomanostijeras por tanto como habría por señalar.
Falsedades y falsarios nos rodean. Reducen el cerco y absorben el poco aire que queda para respirar haciéndonos creer que somos privilegiados por dar todavía bocanadas: otros están peor.
Desconecto con rabia la televisión y bloqueo todas mis páginas de noticias del ordenador. El teléfono móvil –haciendo gala de su estupidez programada- sigue comportándose como un supuesto “smart” (inteligente) y me cuela porquerías junto a las fotos de mi nieta sonriente.
Los amigos –que no entiendo por qué me hacen esto si luego dicen que me quieren- me envían más basura concentrada y digitalizada; quejas, protestas, denuncias, avasallamientos, el abanico completo de la miseria humana occidental y parte de la oriental.
Y fotos de los cerezos en flor, como ofreciendo un pobre (y lejano) paliativo para tanta grisura, para tanto frío emocional.
Hoy hago repaso de todo lo falso que me rodea y parece que no voy a acabar nunca, qué cansancio.
El falso amor de quien lo expresa con palabras y lo niega con sus gestos. El falso interés por el bienestar ajeno que se reduce a un tweet de consolación o un whatsapp con un emoji. Más falsa todavía la postura de los que se ponen en “modo avión” para no querer enterarse, para no comprometer su comodidad con la lucha que se está librando de puertas –y corazón- hacia fuera.
Falsos los gobiernos y sus gobernantes, y falsos los ciudadanos que aplauden sus falsedades.
Lo real, lo auténticamente real, es esta primavera, vestida de nieve, abrasada en frío, desmadejada por el viento, sin flores y sin esperanza.
Cambiarán el horario para tener más luz, pero persiste la sombra en las mentes de quienes se empeñan en que sigamos en el más frío invierno de la historia…
Y el que quiera entender, que entienda y el que no, que se ponga a dar saltos porque…¡ya ha llegado la primavera!.
Felices los felices.
LaAlquimista
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** Foto: Cecilia Casado (Floración en el barrio)