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Cecilia Casado

A partir de los 50

El cansancio de estar de vacaciones

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Este post no va de broma, ni siquiera lleva una pizca de ironía,-vaya por delante. Relata una realidad que cualquiera ve desde fuera por mucho que disimulemos los que estamos dentro. Es lo que hay.

Las vacaciones. Las vacaciones FUERA de casa. De obligado cumplimiento aunque a veces preferiríamos quedarnos quietos/parados, sin hacer una sola maleta, sin mover el coche y sin agitar el alma.

Las familias en general y las que tienen hijos en particular, tachan en el calendario los días que faltan para el período vacacional. Unos con más o menos ilusión, otros con espanto: -¿Qué hacemos con los críos ahora que ellos no tienen colegio y nosotros tenemos que seguir yendo al tajo? De una manera o de otra, todos nos hemos ido apañando –que si mandarlos al pueblo, de colonias, con los abuelos- hasta que llega esa quincena fatídica en la que la empresa nos pone de patitas en la calle de manera obligada e irrenunciable: VA CA CIO NES. Entonces el cielo puede caerse sobre nuestras cabezas…

Quienes las disfrutan porque el viento les viene de popa, que no sigan leyendo. Pero el resto, los que tienen que bregar para hacer vacaciones como si fueran una maldición bíblica –o porque es lo que se espera de ellos…- ¡qué mal lo tienen!

Buscar un apartamento o un hotel lo más lejos posible del hogar habitual, gastarse una pasta gansa absolutamente desproporcionada –y que vendría mucho mejor para tapar otros descosidos- por VIVIR PEOR que en la propia casa; el HORROR de hacer maletas y meter todo lo que pensamos hará falta y olvidar siempre algo imprescindible. El viaje: cansados ya antes de salir con el coche o temblorosos de imaginar las colas en el aeropuerto. La gimnasia repetida de cargar y descargar, hacer y deshacer, eso sin contar las innumerables (e inevitables) discusiones con la familia o acompañantes antes, durante y después del traslado. Ni se sabe la de días que hacen falta a la vuelta para reponerse de tal estrés.

Una vez en “el lugar ideal de descanso” es cuando uno puede darse cuenta de que el disfrute reside más en la imaginación ya que la realidad es bien diferente: siempre hace demasiado calor o hay demasiada gente, siguen estando los vecinos plastas de todos los años y ya a los críos no hay quien los contenga ni con tablets ni derivados; si son adolescentes vamos a sufrir saliendo a recogerlos de madrugada para luego pelear con ellos para que abandonen la cama al día siguiente. Todo son “peleas”, qué absurdo cansancio.

Descubrimos con el horror de siempre por estas fechas, que estamos de mal humor o que nuestra pareja está de mal humor, que nada es como lo habíamos imaginado y nos acordamos de aquella película en la que una familia se encerraba en casa para que todos creyeran que se habían ido fuera de vacaciones. Y les envidiamos.

Miramos la cartera y cómo bajan los billetes –o el desgaste de la tarjeta de crédito-, echamos cuentas de cuánto cuesta cada grano de arroz de la paella del chiringuito, uno se cabrea por tener que pagar el doble por la caña y el café y no digamos ya en el súper que lo venden todo a precio de Escandinavia.

Algunos irán a un resort “de pulserita” y acabarán aburriéndose de tanta tumbona, tanto mojito, tanta siesta y tanto bufé libre, mañana, tarde y noche. Hay demasiado tiempo para hablar con la pareja y se acaban los temas y llega la discusión, excepto para los raritos que leen libros y concentran la energía en otra cosa. Otros viajan a lugares exóticos en grupo con desconocidos; eso puede ser más divertido: se conoce gente y se pueden contar los chistes que ya no nos aguantan en casa. A veces se tontea un poco a espaldas de la pareja; tiene su gracia aunque dure poco, pero sirve para levantar la moral en medio del frío invierno.

Vacaciones. ¿Qué significa este término realmente? ¡Ay, si la gente pudiera, con toda sinceridad, expresar sus propios deseos… en vez de dejarse arrastrar por los ajenos!

Vacaciones. Para mí ya no son lo que eran desde que dejé de trabajar. Pasaron de ser las semanas de “liberación” a una especie de “estado de gracia continuado”. Con el paso de los años inactivos y al tomar conciencia de que “cualquier día es víspera de fiesta”, empecé a calibrar y comprender la auténtica medida de las cosas, que uno puede hacer o deshacer su vida con autentica libertad o acomodarse a lo que le obligan. Y si te obligan, el gusto se pierde, el deseo se esfuma, el placer desaparece.

Los jubilados no tenemos “vacaciones” porque ese es nuestro estado natural. Muy pocos lo entienden, tanto nos han convencido de que trabajar duro y seguido es lo que conviene al ser humano. Pero este es otro tema…

Felices vacaciones.

LaAlquimista

Por si alguien desea contactar:

apartirdeloscincuenta@gmail.com

 

Filosofía de Vida y Reflexiones. Lo que muchos pensamos dicho en voz alta

Sobre el autor

Hay vida después de los 50, doy fe. Incluso hay VIDA con mayúsculas. Aún queda tiempo para desaprender viejas lecciones y aprender otras nuevas; cambiar de piel o reinventarse, dejarse consumir y RENACER. Que cada cual elija su opción. Hablar de los problemas cotidianos sin tabú alguno es la enseña de este blog; con la colaboración de todos seguiremos creciendo.


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