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Cecilia Casado

A partir de los 50

Si duermes mal es porque quieres

insomnio

 

Parece ser que conforme nos vamos haciendo mayores se reducen las horas de sueño; quizás porque el organismo lo ha decidido así, quizás porque es una argucia de la mente para robarle unas cuantas horas más a la Parca. En cualquier caso, en vez de ponerse histérico y atiborrarse a pastillas hay que encontrarle el sentido práctico a la cosa.

Veamos qué se puede hacer de madrugada.

**Darle caña al libro ese tostonazo que todo el mundo ha leído y que tenemos atragantado. El bostezo está asegurado al cabo de cuatro páginas.

**Poner la grabación de la última conferencia de alguien iluminado que se empeña en enseñarnos cómo ser felices. Imposible resistir más de siete minutos.

**Poner orden en los papeles viejos. Al cabo de diez minutos el a burrimiento nos vencerá y podremos volver a dormir y habremos hecho algo por el buen orden mundial.

**Abrir el e-mail y ponerse a contestar las cartas que tenemos pendientes de respuesta. No se pasa de la segunda; garantizado.

**Despertar a quien esté al lado (opcional) y decirle: “No puedo dormir”. Seguro que su respuesta ofrece otras posibilidades. Si no hay nadie al lado nos sentiremos tan tontos que seguro que nos da el sueño otra vez.

Lo de meterse un pastillazo y esperar a que surta efecto no es aconsejable hacerlo de madrugada: puede ocurrir que te entre la modorra mortal cinco minutos antes de que suene el despertador o que te despiertes con resaca justo a la hora de comer.

En cualquier caso, mi consejo (experimentado él) es que lo mejor es realizar alguna actividad productiva. De esa forma, el inconsciente se sentirá satisfecho al no haber desperdiciado el bien más valioso –después de la salud- que tenemos los que pasamos de los cincuenta: el tiempo. Que cada día quedan veinticuatro horas menos y ya se sabe que no hay que tirar nada.

Lo que sea menos desesperarse. Si ya sabemos que vamos a tener problemas para dormir es mucho mejor ser previsor. Lo de la media pastillita después de lavarse los dientes tampoco está desaconsejado porque garantiza el descanso y en algunos casos el fin justifica los medios.

Tengo un amigo que odia empastillarse así que se toma un par de chupitos de güisqui mientras ve una serie en la cama. Yo no digo nada, allá cada cual. Y también sé de una mujer que tiene loco al marido porque dice que ella sólo duerme bien si se pega un revolcón antes de medianoche. El sistema no está mal, dice ella. A él no le conozco o sea que no le puedo preguntar.

Lo que sí me ha quedado claro es que hay que dormir bien y descansar mejor. No me vale esa resignación del “ya se sabe, a partir de cierta edad…”. No, no me vale porque sé que si duermo ocho horas soy una persona totalmente diferente que si tan sólo he podido dormir cinco. Como hablaba en el último post, el malhumor puede estar garantizado y eso no es sano para la salud mental ni para esa paz interna que solemos andar buscando.

Aunque parece que el truco del almendruco consiste en no tener cuentas pendientes con el mundo en general y con nuestros seres cercanos en particular. Cuando “no se debe nada a nadie” el descanso y el buen sueño afloran sin necesidad de estímulo añadido.

En esas estamos. Felices los felices.

LaAlquimista

Por si alguien desea contactar:

apartirdeloscincuenta@gmail.com

 

Filosofía de Vida y Reflexiones. Lo que muchos pensamos dicho en voz alta

Sobre el autor

Hay vida después de los 50, doy fe. Incluso hay VIDA con mayúsculas. Aún queda tiempo para desaprender viejas lecciones y aprender otras nuevas; cambiar de piel o reinventarse, dejarse consumir y RENACER. Que cada cual elija su opción. Hablar de los problemas cotidianos sin tabú alguno es la enseña de este blog; con la colaboración de todos seguiremos creciendo.


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