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Cecilia Casado

A partir de los 50

Los pies en el suelo


botellas-chanclas

Me preguntó alguien no hace mucho cuánto dinero gastaba en comida al mes y tuve que reconocer que nunca había echado esa cuenta en concreto. Compro lo que necesito y pago lo que me piden y punto.

Pero parece ser que esa forma de hacer las cosas no es lo habitual; ni siquiera puede que sea lo correcto habida cuenta de que la economía a ras de suelo en este país tiene mucha letra pequeña que no hay que desdeñar. Es decir: que me libro de la mayor preocupación de la mayor parte de mis conciudadanos. Vamos, que soy una privilegiada por concepto de clase o por tontería a secas.

Quien me hizo la pregunta a la que no supe responder me informó de que el presupuesto medio destinado a la compra de alimentos de más del 50% de las familias de este país es de 150€ por persona y mes. Y si se puede rascar algo, pues se rasca.

Me quedé callada porque no quería entrar en ninguna discusión. Me callé adrede porque sé que esa cantidad es la que se gastan en una cena del sábado en un buen restaurante de mi ciudad las parejas que a ellos acuden. Se me trabó la lengua y el pensamiento porque en los escaparates de las tiendas caras del centro por esa cantidad apenas puedes comprar una blusita o unas zapatillas con cordones dorados y chapita de marca.

Ciento cincuenta euros. O menos. La realidad convertida en pesadilla para tantos y tantos que nada tiene que ver con esa otra realidad a la que tienen acceso los “privilegiados” que no necesitan controlar lo que les cuesta la cesta de la compra.

Así que me he puesto a mirar, apuntar y sumar y multiplicar. Las tiendas de mi barrio no son de lujo –excepto algún colmado con ínfulas y donde no hay cola para comprar-, por lo que me ha sido sencillo calcular si es posible alimentarse con un presupuesto de 5€ por persona y día o los 35€/semana resultantes.

Un litro de leche puede adquirirse por 0,60€ y una barra de pan por 0,40€. La docena de huevos a 1,25€ y el kilo de pollo a 2,95€. Las patatas a 0,70€/kg. y la verdura (judías, coliflor, berza, berenjenas, calabacín, acelgas, achicoria, pimientos y zanahorias, borraja, etc.) a una media de 1,25€/kg. Hay carne barata –según la calidad o procedencia- y pescado fresco en oferta todos los días. Los carbohidratos al uso: pasta y arroz están tirados de precio y según con qué se mezclen dan platos de costo bajísimo. Las legumbres son muy baratas también (e imprescindibles en toda dieta sana). En cualquier supermercado he encontrado ofertas increíbles: chuletas de cerdo a 4,95€/kg. –hamburguesas y salchichas de poca calidad a poco precio también he visto- y hay vino y cerveza de muy, pero que muy bajo coste. También hay aceite por menos de 2€/lt. Por supuesto que también lo insano es barato: galletas, dulces, bebidas inventadas. Las marcas blancas ganan por goleada. El agua, del grifo, se supone.

Dediqué un rato largo a sumar y multiplicar para ver si era posible que alguien comiera (que no sé si es lo mismo que alimentarse) por esos dichosos 150€/mes. Y las cuentas salen. Es posible.

a-partir-de-los-50-2Tuve entonces la necesidad de poner los pies en el suelo y hacer yo misma mis propias cuentas revisando en qué gasto el presupuesto mensual que dedico a vivir con la tranquilidad de saber que llego a fin de mes. Y toco madera.

No voy a decir que siento vergüenza de poder salir al restaurante de vez en cuando o ir a la peluquería e incluso de poder pagar una eventual ayuda para la limpieza de la casa. No lo voy a decir porque sé que no es delito ni pecado tener dinero en la cartera. Pero vuelvo a hacer un aterrizaje forzoso en mitad de la realidad, ahí donde tanta gente vive, malvive o sobrevive como puede porque han tenido menos suerte que yo o no han podido aprovechar las oportunidades que a mí se me han ofrecido.

O porque nacieron en otro lugar, con otros apellidos o con menos metros cuadrados para repartir entre todos los que formaban la familia. Cuestión de… ¿Suerte? ¿Azar?

Ahora llevo un par de días calculando lo que me cuesta el desayuno, la comida y la cena y dándome cuenta de que esos 5€ diarios se pueden ir en una cajetilla de tabaco, se van en los billetes del bus si hay que usar el transporte público (1,75€/viaje), en una cerveza con un pincho de tortilla, que no llega para una entrada de cine y que tampoco queda margen para comprar el periódico. Que el cortado de media mañana y la cañita de la tarde desequilibrarían ese presupuesto y que quizás sea por eso que siempre son (somos) los mismos los que van a los bares. Hay que poner los pies en el suelo. De una vez por todas y tomar conciencia de que, si nos sobra, debemos ofrecer. Y si se anda justo, incluso se puede compartir.

Este no es un post a favor de la generosidad humana, ni milito en las filas de ninguna ONG haciendo campaña de recaudación de fondos, ni siquiera una llamada a la conciencia del ser humano para que despierte ahora que se acercan las fechas consumistas por excelencia y ya empiezan los buzones a rebosar publicidad de cosas absolutamente superfluas pero bonitas, divertidas o que huelen bien.

a-partir-de-los-50Esta no es más que la reflexión que me ha tomado por asalto y me ha hecho –una vez más- poner los pies en el suelo. Como tantas otras veces, como en tantos otros temas.

Felices los felices.

LaAlquimista

Por si alguien desea contactar:

apartirdeloscincuenta@gmail.com

Filosofía de Vida y Reflexiones. Lo que muchos pensamos dicho en voz alta

Sobre el autor

Hay vida después de los 50, doy fe. Incluso hay VIDA con mayúsculas. Aún queda tiempo para desaprender viejas lecciones y aprender otras nuevas; cambiar de piel o reinventarse, dejarse consumir y RENACER. Que cada cual elija su opción. Hablar de los problemas cotidianos sin tabú alguno es la enseña de este blog; con la colaboración de todos seguiremos creciendo.


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