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Cecilia Casado

A partir de los 50

Instantes

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Ocurren tan rápido que a veces no da tiempo más que a sentirlos con esa prisa urgente de lo efímero. Me dejan emocionalmente en suspenso y ninguna neurona se moviliza hasta que el mágico soplo se va; queda entonces una  sonrisa que gratifica. No los apunto ni los guardo en “notas”. Están ahí para que la memoria los recupere una vez olvidados…

Como ese instante placentero del despertar de un sueño sosegado antes de que el ruido de la vida lo desbarate.

Como el instante feliz de inaugurar un libro, hojeando su vida interna, ojeando sus letras vírgenes, oliendo el papel y su fragancia inefable.

El instante en que tomo conciencia de cuánto me gratifica el silencio. O ese otro en que apago las luces y acuesto el día junto a mi cuerpo cansado.

Todo dura lo que un soplo que no sé de dónde viene, el amago de un rayo de sol entre las nubes grises, el roce de una vieja caricia recordada sin querer.

Instantes. Instantes felices que suman… ¿cuánto?

a-partir-de-los-50-2Los acecho con disimulo, como si no importaran o no los necesitase como el aire que respiro. Hago como si no los concitara para así atraerlos, vivo en modo piloto automático hasta que me espabila ese instante que me zarandea y me arranca de la vorágine que es la vida diaria.

El instante en que tomo con las dos manos la taza de té caliente y me gratifica el calor que se expande desde el ánimo hasta el cuerpo; o al revés. Y lo reconozco, el instante, como un estremecimiento pequeñito de felicidad única, impermanente y por lo tanto más valioso.

Y cuando me contemplo en el espejo en el ritual de pintar mis labios antes de salir de casa y me veo, por fin, como soy y esa imagen se aproxima a la que quisiera ser.

El instante en que suena el móvil y aparece mi nieta y yo le miro y ella me regala su sonrisa maravillosa.

Y cuando escribo y siento la respiración ruidosa de mi perrillo a mis pies.

a-partir-de-los-50Y al terminar los trajines domésticos y oler a orden, a equilibrio, sentir el perfume de las cosas que apuntalan mi rutina.

Si los sumara todos seguramente no darían más que para pocas horas de reloj. Pero los voy atesorando de uno en uno, guardándolos en la parte de la memoria emocional que espero no se borre con el tiempo, para mirarlos y volverlos a disfrutar despacio y con deleite… porque a veces la contemplación del mundo que me rodea me resulta insufrible.

Instantes. Cada quien con los suyos. O con ninguno que atesorar porque la prisa por vivir en la superficie de las cosas no  permite estar atentos. Y se desperdician, esos instantes mágicos que pueden dar sentido a toda una vida. Puede que esa sea la única verdad.

Felices los felices.

LaAlquimista

*Óleo sobre lienzo. “El instante”. Cecilia Casado

Por si alguien desea contactar:

apartirdeloscincuenta@gmail.com

 

Filosofía de Vida y Reflexiones. Lo que muchos pensamos dicho en voz alta

Sobre el autor

Hay vida después de los 50, doy fe. Incluso hay VIDA con mayúsculas. Aún queda tiempo para desaprender viejas lecciones y aprender otras nuevas; cambiar de piel o reinventarse, dejarse consumir y RENACER. Que cada cual elija su opción. Hablar de los problemas cotidianos sin tabú alguno es la enseña de este blog; con la colaboración de todos seguiremos creciendo.


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