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Cecilia Casado

A partir de los 50

Pedir ayuda… o no

a

¿Por qué hay gente que se pasa la vida descargando en los demás sus responsabilidades, como si fueran inútiles, llenando de piedras propias las mochilas ajenas, dando la murga con exigencias y necesidades… y por el contrario hay otras personas que no piden un favor ni aunque les falte el aire…?

Estas preguntas y otras de similar cariz me traen loca desde que ha comenzado este 2019 a tenor de las circunstancias que me han zarandeado debido a una intoxicación alimentaria que me ha dado en mi cara misma haciéndome consciente de la debilidad de un cuerpo pasado de rosca y de años en muchos sentidos: el mío.

Cuando la debilidad genera necesidad –de cualquier tipo que esta sea- y provoca la tan indeseada vulnerabilidad; cuando se acumula lo que nos sobra y buscamos lo que nos falta  sabiendo que para encontrarlo tan sólo necesitamos deslizar el dedo por un botón…en el teléfono móvil.

Como a la fuerza ahorcan, a vueltas he tenido que andar con el tan traído y temido “Síndrome de Superman”, ese que hace que existan personas, la mayoría de las veces mujeres, en contra de lo que cabría suponer, dispuestas a solucionar problemas ajenos, intervenir en todas las causas , incluso cuando nadie les ha pedido ayuda, pero que cuando tienen una incidencia real, una carencia patente, un desbordamiento de todos sus cauces… se niegan en redondo a pedir ayuda incluso al mismo prójimo al que han favorecido con su dedicación con anterioridad.

Sí, claro que todos conocemos a alguien que siempre está ahí para echar una mano y luego te enteras de que no ha sido capaz de pedir a los demás cuando ha estado tirado como una colilla. Un desequilibrio flagrante, quizás un desprecio encubierto, acaso la prepotencia del soberbio, cualquiera sabe.

a-partir-de-los-50-2La humildad es una herramienta muy valiosa que todos deberíamos tener al alcance de la psique en el cajón de la cocina mental. Lo digo porque últimamente he tenido que usarla bastante , aprendiendo a “pedir”, que es lo mismo que reconocer debilidades, limitaciones, carencias. La humildad me sirve para llamar a alguien y contarle que estoy necesitada y pedir apoyo, ayuda, cariño, amistad…lo que me haga falta en ese momento, aunque a veces uno se equivoca y le pide “peras al olmo”.

La humildad se lleva mal con el ego y se evidencia cuando nos retraemos en pedir ayuda porque no queremos que nuestra imagen de “fuertes” quede ensombrecida ante los demás…y ante nosotros mismos.

Me produce satisfacción hacer favores mesurados, me hace sentirme bien conmigo misma y me libera de la hidra del egoísmo que tantas veces se me engancha sin que me dé cuenta. A veces he hecho favores que no me habían pedido y la cosa no ha acabado demasiado bien, por eso me siento mejor cuando puedo ayudar a alguien que me lo ha solicitado, ya que así sé que no meteré la pata. Lo peligroso es cuando uno piensa que, a cambio, el Universo nos devolverá el favor si algún día lo necesitamos… Sí, ya sé que esto suena como si fuera algo interesado, pero lo que no es amor es interés y ahí andamos dándole vueltas para diferenciar lo uno de lo otro.

a-partir-de-los-50Mi caso concreto: una persona que necesitaba con urgencia algo que yo tenía y prefirió no “molestarme”, no contar conmigo, no pedirme (o “deberme”) un favor, no mostrar su debilidad. Lo que consiguió fue decirme a las claras la poca importancia que yo tenía en su vida.

Justificaciones, a montones. Pero la vida es demasiado corta para andarnos con tantas explicaciones psicológicas y demás zarandajas.

Quien no sabe pedir un favor debería hacerse mirar la autoestima. O le sale por las orejas en forma de ego…o no la encuentra aunque la busque. En cualquier caso, problema habemus…

Felices los felices.

LaAlquimista

Por si alguien desea contactar:

apartirdeloscincuenta@gmail.com

Filosofía de Vida y Reflexiones. Lo que muchos pensamos dicho en voz alta

Sobre el autor

Hay vida después de los 50, doy fe. Incluso hay VIDA con mayúsculas. Aún queda tiempo para desaprender viejas lecciones y aprender otras nuevas; cambiar de piel o reinventarse, dejarse consumir y RENACER. Que cada cual elija su opción. Hablar de los problemas cotidianos sin tabú alguno es la enseña de este blog; con la colaboración de todos seguiremos creciendo.


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