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Cecilia Casado

A partir de los 50

¿Pensamos demasiado?

pensar

El post “Protagonizar la propia vida”  publicado el viernes pasado, https://blogs.diariovasco.com/apartirdelos50/2019/04/05/protagonizar-la-propia-vida/ parece que se quedó “atragantado” habida cuenta de que tuvo muchos lectores, pero anduvo escaso de comentarios. (A día de hoy, domingo, por la mañana, tan sólo uno).

Eso es lo que me escribió un conocido que comenta por email mis artículos porque no le apetece meterse en berenjenales más o menos públicos. Me dijo, este amable interlocutor virtual, que el blog que escribo tiene una gran virtud y un gran defecto. A saber: que por un lado quien se atreve a leerlo sabe que le va a “remover” algo por dentro y por el otro, el negativo, que nos pone frente a un espejo que a muy pocos apetece mirar durante más de un segundo.  Es decir: que es un blog muy a menudo “incómodo” de leer.

reprogramar el subconsciente

Me tomo su crítica como lo que es: la opinión de un lector sincero y objetivo (puesto que no mantenemos una relación que nos vincule más allá de los intercambios de emails). Me pide que “me lo piense”, el hecho de escribir sobre temas “que no obliguen a pensar demasiado”. Y me lo estoy pensando (amigo L.) mientras escribo este post –como prometí que haría.

En realidad, razón no te falta, L.  Este blog de mis entretelas es de todo menos “amable”, en el sentido primigenio de la palabra; es decir, hay quien lo empezó a leer y lo dejó porque le hacía “el cerebro mantequilla” y, lejos de ser una ofensa tal comentario me hizo sentir muy bien porque era precisamente lo que buscaba, llamar la atención sobre la necesidad del pensamiento consciente. Para “distraerse” ya hay otras muchas herramientas; y muchos otros blogs, por supuesto.

a-partir-de-los-50¿Realmente pensamos demasiado? Porque pensar no es darle vueltas y más vueltas a las cosas rumiando situaciones que se enredan entre sí y que nunca acaban de salir vestidas de soluciones del pozo en el que se enmarañan día y noche. Cuando tenemos que afrontar una situación penosa, conflictiva, dura o simplemente desagradable, la tendencia humana de la supervivencia empuja a ignorarla, a no hacer caso, como si no fuera con nosotros o, en el mejor de los casos, procastinar –que es el nuevo palabro para aquello tan viejo “de dejar para mañana lo que se puede hacer hoy”.

Por mucho que me digan, yo veo que –en general, siempre en general- se piensa demasiado poco… porque no interesa.

¿Que te llevas mal con tu familia? ¡Que les den!, ya se bajarán del burro si quieren… ¿Que hay mal rollito en el trabajo? ¡No es mi culpa!, ya se darán cuenta de “sus” errores… ¿Que mi pareja no me comprende? ¡Pues esto es lo que hay!, que bastante aguanto yo también y me callo…

Considerar los asuntos que nos atañen con atención y detenimiento para estudiarlos, comprenderlos bien y formarse una opinión y tomar una buena decisión. Eso es PENSAR. También existe otra forma de “pensar”, la más sencilla y primitiva, que lleva a formar ideas en la mente sobre la realidad que se vive, pero claro, como cada uno cuenta la feria como le va en ella…hay tantas realidades y pensamientos como asistentes a la fiesta.

a-partir-de-los-50-2Así que no sé si voy a poder hacer caso a L. -mi amable comunicante- porque soy de mente seria, poco proclive al chascarrillo, humor fácil o ironía trapacera.  Más bien me limito a contar casi todo lo que veo, parte de lo que hago y, ya puestos, intentar sacar alguna conclusión positiva del trabajo que me tomo cuando paso “al papel” mis pensamientos. Que no sé si son pocos o demasiados, pero para mí los justos y necesarios. Qué le voy a hacer si aburro a algunos… Por cierto que debo mencionar los emails de Edurne, Julián y Aritz en los que me agradecen la reflexión que les he “obligado”, con mi post, a hacer.

Debe de estar en la naturaleza humana eso de pensar porque cuando más pensamientos se me vienen a la cabeza es precisamente al estar en contacto con la otra Naturaleza, la que se escribe con mayúsculas. En esos momentos mi mente trabaja ligera pero certera.  Dicen también que el ejercicio fuerte o extremo (correr mucho por ejemplo, agotar el cuerpo) ayuda a sofocar el pensamiento, a dejar la mente “en blanco”, y por consiguiente, ayuda a “no pensar”.

Está claro que la libertad permite a cada uno hacer lo que mejor le convenga: pensar mucho, pensar poco o pensar lo mínimo posible. O incluso cero patatero.

Felices los felices.

LaAlquimista

Por si alguien desea contactar:

apartirdeloscincuenta@gmail.com

Filosofía de Vida y Reflexiones. Lo que muchos pensamos dicho en voz alta

Sobre el autor

Hay vida después de los 50, doy fe. Incluso hay VIDA con mayúsculas. Aún queda tiempo para desaprender viejas lecciones y aprender otras nuevas; cambiar de piel o reinventarse, dejarse consumir y RENACER. Que cada cual elija su opción. Hablar de los problemas cotidianos sin tabú alguno es la enseña de este blog; con la colaboración de todos seguiremos creciendo.


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