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Cecilia Casado

A partir de los 50

Los que no tenemos “semana santa”


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Los que no podemos salir fuera de casa en Semana Santa no deberíamos sentirnos infelices ni desclasados. Ni tan siquiera mínimamente “desgraciados”. A ver cómo lo explico sin enredarme.

Resulta que el país ya está a punto para una semanita de vacaciones en función del bolsillo del personal y del calendario laboral bajo cuyo manto se recoja uno cuando va a pedir por sus cosas.

Resulta que hay una corriente social que arrastra al personal como una avalancha hacia los lugares de ocio y recreo, hoteles de playa, casas de montaña, pueblos con encanto, pueblos con familia o familias del pueblo.  Coches y aviones calientan sus motores. Maletas y mochilas están ya a rebosar. Todos los ciudadanos van a moverse hacia algún lado para disfrutar de las primeras vacaciones oficiales del año.

¿Todos? ¿O la mayoría? ¿O quizás menos de la mitad? ¡Acaso tan sólo los privilegiados! ¿Cuántos son en números contantes y sonantes? Si hacemos caso de los que hacen las estadísticas la cuarta parte de la población. Es decir: casi doce millones de personas según el último censo.  Que no está mal, desde luego que no, pero que NO identifica a todos.

Paso lista y revista a la gente que conozco. Casi todos se van a algún sitio; unos cogerán aviones para la foto exótica, otros se apalancarán con pulserita en un “todo incluido” y la mayoría se irá a otra ciudad, a otra vivienda –seguramente mucho peor que la suya habitual-, pero para “cambiar de aires” y sentirse “más felices”.  Punto final.  No voy a entrar a criticar ni desmenuzar motivos, carencias, necesidades ni decisiones ajenas.

ciudad-desde-miramarQuiero hablar de los que “nos quedamos” en casita sin ir a ningún lado. Porque no queremos o porque no podemos. Yo quisiera pero no puedo, he ahí la cuestión. Y cuando sé que no puedo permitirme algo dejo de desearlo así que como no puedo pues tampoco quiero. Aplico la alquimia de andar por casa… Porque ni me planteo mover a mi perrillo enfermo a ningún lado fuera de su zona de confort que es, a fin de cuentas, el calor de hogar que lo mantiene con vida. Es decir: las circunstancias me impiden irme de vacaciones como esos doce millones de conciudadanos que van a ir de aquí para allá con la sonrisa en la cara (y es de esperar que también en el corazón).

Los que no podemos. Los que no pueden porque no tienen vacaciones ya que están al servicio de los que sí las tienen. Los que no tienen ese dinero de sobra que hace falta para irse por ahí a “disfrutar de la vida”. Los que padecen enfermedad que les imposibilita salir de su ciudad. Los que cuidan a esos enfermos, los que consuelan a los que están  tristes, los que se miran a los ojos y piensan que todo está bien aunque no se puedan permitir dispendios extraordinarios. Los que se les pone cara de póker porque anuncian otra recesión económica (vulgo “crisis”), pero el país anda cantando como cigarras mientras pisotea a las hormigas.

donostia-playa-vintaje-xLos que no podemos viajar “fuera” en Semana Santa tenemos la posibilidad –absolutamente real- de viajar “dentro”, sin salir de casa.  Personalmente, me “iré” a Donostia-San Sebastián, una maravillosa ciudad del norte, junto al mar Cantábrico, con playas exquisitas, montañas mágicas, edificios monumentales y personas acogedoras. (Las que queden en la ciudad que no se hayan ido a otros mares, otras playas y otras montañas)

Cada día una ruta diferente, aprovechando la meteorología a tope; si hay bonanza paseos tranquilos, buscando el sol o la sombra según el ánimo. Un libro en la mochila y algo de fruta para reponer fuerzas y con mi perro en su sillita. Muchas fotos bonitas para subir a Instagram o Facebook (o no sacar ninguna porque para qué). Comer rica y sana comida en el restaurante con mejor relación calidad/precio posible (el de la casa de cada uno). Dormir en la propia cama, con la almohada de siempre. Disfrutar del descanso sin los ruidos de los hoteles, campings, chiringuitos, aviones.

donostia-atardecer-rojo-xSi acaso realizar un pequeño dispendio extra por aquello de que hay que darle al cuerpo alguna alegría de vez en cuando (un menú en una terracita, una película cuando los cines están medio vacíos), pequeñas cosas que también nos hacen felices.

Y si queremos conocer gente nueva, basta hablar con los miles y miles de turistas que pasearán por nuestra ciudad y que nos dirán, sin excepción, que qué suerte tenemos de vivir en un entorno tan hermoso.

cecilia-veleroLo dicho: que nadie nos compadezca. Porque los que no podemos salir de vacaciones podemos consolarnos de muchas maneras. Y los que se van por ahí y se empeñan luego en contarnos su viaje que se lo piensen…no vaya a ser que todos tengamos una bonita historia que contar.

Felices los felices.

LaAlquimista

Por si alguien desea contactar:

apartirdeloscincuenta@gmail.com

**Fotos : Cecilia Casado. “Donostia a mi manera”

Filosofía de Vida y Reflexiones. Lo que muchos pensamos dicho en voz alta

Sobre el autor

Hay vida después de los 50, doy fe. Incluso hay VIDA con mayúsculas. Aún queda tiempo para desaprender viejas lecciones y aprender otras nuevas; cambiar de piel o reinventarse, dejarse consumir y RENACER. Que cada cual elija su opción. Hablar de los problemas cotidianos sin tabú alguno es la enseña de este blog; con la colaboración de todos seguiremos creciendo.


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