*** “Relojes blandos” Salvador Dalí
Andamos un poco revueltos los de mi quinta con el tema de las jubilaciones anticipadas, pues más que nunca ahora con el tema del socavón económico-productivo los cerebros pensantes de las empresas desayunan trabajosamente haciendo números, no para invertir o salir del atolladero, sino para ver a cuánta gente “mayor” pueden quitarse de encima. Y se da el caso de “proposiciones indecentes” verdaderamente difíciles de rehusar en lo económico aunque anímicamente dejen al personal al borde del suicidio.
Pero no todos los que bordean los sesenta están deseando dejar el mercado laboral y pasar a engrosar las filas de los “vigilantes de obras públicas” o “asistentes a conferencias”, porque es precisamente el empleo racional del tiempo libre lo que aterra a quienes han pasado los últimos cuarenta años levantándose a las siete de la mañana para ir al tajo. ¿Demasiado tiempo libre…? Efectivamente: ¡demasiado tiempo libre!
Variantes insólitas, novedosas y satisfactorias para llenar ese saco de horas rapiñadas a las arcas de las prestaciones de capitalización hay unas cuantas. Normalmente piensa casi todo el mundo en leer más –o estrenarse en la lectura-, pasear más, viajar más o recibir el bautismo viajero en grupo protector, aprender ahora los idiomas que había que haber aprendido antes, apuntarse a clases de disciplinas creativas, formar un grupo para tomar café o hacer de guardería infantil gratuita de los nietos. Variantes todas estas que pueden ser ensalzadas, por lo de digno que tienen, o ironizadas ampliamente, allá cada cual.
Pero hay otra alternativa que, desgraciadamente, muy pocas personas tienen en cuenta y es la del empleo solidario del tiempo libre. En cada ciudad, en cada pueblo existe la posibilidad de apuntarse a un grupo social comunitario aportando una parte del tiempo libre y toda la buena voluntad posible. No me refiero al club de jubilados que hay en cada barrio, sino a organizaciones de más altas miras; aquellas que ofrecen un servicio generoso y gratuito a la comunidad por parte de personas que tienen “demasiado tiempo libre”. No quiero citarlas porque quien quiera compartirse solidariamente con los demás las va a encontrar con facilidad.
En mi opinión, es tan sólo este tipo de trabajo el que “realiza” al ser humano. “El otro” ha sido desde siempre el cuento chino para contentarnos mientras perseguíamos la zanahoria (la nómina de fin de mes) atados a la noria (la empresa que nos encadena a la misma).
Jubilarse no significa quedarse todo el día mirando las musarañas tendido en el sofá. Ni aburrirse con mayúsculas. Ni inventarse aficiones que nunca antes se tuvieron. Jubilarse NO viene de “júbilo”-aunque pueda parecerlo por su raíz; “jubileo” significa celebrar los 50 años de algo… ¡cincuenta años! Así que mejor no damos ideas…
Lo dicho. Es triste que haya personas que se deprimen por tener demasiado tiempo libre. Esos, quizás, deberían seguir yendo al trabajo todos los días, aunque fuera a media jornada, aunque fuera gratis… si tanto les deprime no saber en qué invertir LA VIDA.
Felices los felices.
LaAlquimista
Por si alguien desea contactar:
apartirdeloscincuenta@gmail.com