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Cecilia Casado

A partir de los 50

Palabras como puñales

lengua-viperina

Siempre me ha chirriado ese aforismo anónimo de que “las palabras se las lleva el viento”; quizás si se refieren a promesas que hay que detallar con luz y taquígrafos y firma ante notario, pero en las relaciones humanas cotidianas… ¿quién pone en duda la fuerza, el valor, la contundencia que puede tener la palabra expresada mediante la voz?

Palabras como puñales o palabras como caricias, las dos caras de una misma moneda. ¿Por cuál de ellas nos decidiremos? ¿Según la situación, según el estado de humor, según las ganas de fastidiar o de agradar al oyente?

Adjunto el enlace al post “Impecables con las palabras”, publicado en Noviembre de 2012. Hoy lo rescato por pura necesidad anímica. https://blogs.diariovasco.com/apartirdelos50/2012/11/30/hoy-toca-trabajo-interior/

Las palabras como puñales son los insultos, improperios, reproches a gritos, ira desaforada con afán de dañar. Las palabras que desgarran el alma son las que lanzan contra el corazón las personas que dicen amar y en vez de caricias envían dardos envenenados. Palabras como puñales las que te dice en momentos de histeria o de descontrol alguien en quien confiabas, ésas que “dan en el clavo”, ésas que reabren una herida que creíamos ya cerrada.

He recibido tantas a lo largo de la vida -siempre con el mismo origen- que cuando alguna se me viene a la boca me atraganto, reconozco la maldad y la detengo, la mastico, me la vuelvo a tragar en vez de escupirla a la cara de quien me quiere contagiar su desequilibrio que, finalmente, es personal, qué duda cabe.

La gente se pelea diciéndose perrerías; incluso en las mejores familias ocurre esto, me consta. Dar donde más duele, sacar trapos viejos, rascar antiguas heridas para que vuelvan a sangrar. Reprochar hoy lo que quedó sin aclarar hace veinte años o más, sacar el resentimiento de los recovecos oscuros del alma para conseguir un efímero respiro. Las “R” malditas: rabia, rencor, resentimiento, cuando se transforman en palabras son dagas, dardos y puñales. ¡Quién no las conoce, quién no las ha padecido! ¡Y quién no las ha utilizado antes de darse cuenta del horrible dolor que infligían a los demás!

a-partir-de-los-50No somos responsables de la amargura ajena ni de los desequilibrios emocionales de los demás. No somos verdugos fabricando víctimas cuando las personas no toman las riendas de su propia  vida y cargan sobre las espaldas ajenas su bienestar y comodidad. No hay culpables en estas lides; tan sólo “responsables” de la propia individualidad.

Pero suele ser muy fácil y muy común y sobre todo cómodo y aceptado echarle la culpa a los padres de los fracasos personales, a los hijos de las decisiones sacrificadas, a la pareja de la pusilanimidad y la cobardía, al jefe del cansancio al final de la jornada, a los santos y dioses de la enfermedad que nos ha envuelto y finalmente al Gobierno de todo lo malo que pasa en un radio de dos mil kilómetros a la redonda.

a-partir-de-los-50-2Así somos, así nos han hecho y es trabajo nuestro repasar lo aprendido por ver si algo estaba mal. Entonces, corregirlo.

Con buenas palabras a ser posible.

Felices los felices.

LaAlquimista

Por si alguien desea contactar:

apartirdeloscincuenta@gmail.com

 

 

Filosofía de Vida y Reflexiones. Lo que muchos pensamos dicho en voz alta

Sobre el autor

Hay vida después de los 50, doy fe. Incluso hay VIDA con mayúsculas. Aún queda tiempo para desaprender viejas lecciones y aprender otras nuevas; cambiar de piel o reinventarse, dejarse consumir y RENACER. Que cada cual elija su opción. Hablar de los problemas cotidianos sin tabú alguno es la enseña de este blog; con la colaboración de todos seguiremos creciendo.


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