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Cecilia Casado

A partir de los 50

La xenofobia como epidemia

xenofobia

Preguntar a cualquiera si es xenófobo queda tan feo y tan poco adecuado como hacer una encuesta sobre el machismo, el racismo o la homofobia. Todo quisque dice que noooo y añade: “pregunta a quien me conoce, ya verás cómo todo el mundo te dicen que YO no.”

Hasta ahí vamos bien porque por lo menos el personal se escandaliza ante la posibilidad de que le cuelguen una etiqueta antisocial o le pongan un sambenito de los de hacer penitencia.

Así pues y por no extenderme demasiado “la gente” no es ni esto ni lo otro, ni nada de lo que hoy en día ya no se puede ser… porque queda feo tirando a impresentable.

xenofobia-2Pero luego llega el momento de la verdad, en esas conversaciones distendidas entre amiguetes o esas algarabías de barra de bar o de sobremesa con cuñadas y cuñados en las que la lengua se suelta y sale a relucir –casi siempre rascando con alcohol- lo que oculta la máscara.

El tema de los inmigrantes ha hecho saltar por los aires todas las alarmas de la epidemia xenofóbica. ¡Si se pudiera medir igual que se mide la temperatura corporal o el índice de azúcar en sangre! ¡Si hubiera un aparatito para detectar el grado de xenofobia que TODOS tenemos más allá de las palabras políticamente correctas que pronunciamos!

Hablo en primera persona del plural por aquello de que el que esté libre de pecado que tire la primera piedra, que igual a mí se me ha escapado una burrada en algún momento dejándome llevar por la avalancha de falta de generosidad, ausencia de empatía y deshumanización de las que se hace gala cuando se habla de quienes tienen la piel de otro color, rezan en otro idioma o simplemente llevan en sus genes el sur, el este o el oeste en vez del dichoso y bendito Norte del que tan fieros chovinistas nos hemos convertido.

¿A qué viene esto? Pues a la vergüenza ajena que he sentido discutiendo a cara de perro con algunas personas que escudriñan las estadísticas para pasarme por los morros los porcentajes de gente de aquí o de allá que mata a sus mujeres, apalea a la salida de las discotecas a los menores o simplemente se meten en su barrio a molestar con su sola presencia. Esas discusiones bizantinas con quienes dicen saber, conocer y ostentar en su haber esa verdad absoluta (marca twitter) que va difundiendo el veneno de la maledicencia y el odio, transmitiendo infundios de todo lo que presuntamente nos quitan los que vienen de fuera y lo terrible que es que nosotros, los de aquí (ellos lo dicen con la boca grande, poniendo mayúsculas) estemos casi muriendo de hambre porque las ayudas sociales se las llevan los de fuera. Sin comentarios.

Ese discurso de mierda –las cosas por su nombre- me tiene más que harta y es por ello que no participo en redes sociales donde se vocifera con el final del intestino grueso en vez de hablar con el corazón. Así de claro lo dije y así de claro lo volveré a decir a mi interlocutor del otro día que insistía en plan condescendiente que “él no era xenófobo” aunque su forma de hablar contemplara el consabido estribillo de decir: p…. moros, p…. gitanos, p….sudamericanos…y así hasta la náusea.

a-partir-de-los-50Le dije, antes de enfadarme, que recordara el origen de tantas y tantas familias venidas al Norte en los años 50/60 de pueblos y tierras de hambre y precariedad, la que ahora es la “España vaciada”, cuando arribaron con una mano delante y otra detrás y el corazón lleno de ilusiones y ganas de trabajar al País Vasco, pero NO a “quitarnos el trabajo”, sino a buscar una existencia digna y honrada, aunque –es evidente- que no todos siguieron la senda de la rectitud que se les suponía porque el ser humano es igual en todas partes y hecha la ley, hecha la trampa.  Aquellos inmigrantes del mapa patrio del siglo pasado parieron aquí a sus hijos –como mi interlocutor- y son tan vascos como los que tienen la boina a rosca y veinticuatro apellidos llenos de zetas. Mi padre vino de Burgos y casó con vasca de pura cepa. Ahora todos vascos y a mucha honra. Manda huevos. Lo que es hablar sin pensar, sin razonar y, lo peor de todo, sin humildad ni memoria. Y, ya puestos, sin corazón.

Felices los felices.

http://www.espejodelperu.com.pe/Poblacion-del-Peru/Inmigracion-Vasca-al-Peru.htm#.XM_aZfZuJjo

https://aboutbasquecountry.eus/2019/04/08/como-los-vascos-se-convirtieron-en-apreciados-inmigrantes-en-el-oeste-americano-un-libro-de-iker-saitua/

LaAlquimista

Por si alguien desea contactar:

apartirdeloscincuenta@gmail.com

 

 

 

 

Filosofía de Vida y Reflexiones. Lo que muchos pensamos dicho en voz alta

Sobre el autor

Hay vida después de los 50, doy fe. Incluso hay VIDA con mayúsculas. Aún queda tiempo para desaprender viejas lecciones y aprender otras nuevas; cambiar de piel o reinventarse, dejarse consumir y RENACER. Que cada cual elija su opción. Hablar de los problemas cotidianos sin tabú alguno es la enseña de este blog; con la colaboración de todos seguiremos creciendo.


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