Mari Trini, reina donde las haya, sugirió con su sensual voz que no quería ser indiferente a aquello tan bonito de: “cuando la lluvia cae, se funde el hielo” https://www.youtube.com/watch?v=0RiCF4G4qPU y en su símil poético resumía el milagro gozoso del tiempo húmedo convertido en ardiente y deseada quemadura.
Yo quiero imaginar un día lluvioso desgranando sus horas en la cama, sin mal aparente alguno, sin más fiebre que la del espíritu, esa que es indispensable para saberse viva. Una gran cama junto a un gran ventanal; al otro lado, el monte, fondo verde mojado que se vuelve loco por el abrazo constante del agua y del viento. O un lecho pequeño y cálido junto a una pared empapelada de susurros y amores. Dejar vagar la mirada con una taza de humeante té entre las manos, con ese gesto tan primitivo de calentarse y sentir bienestar, esperando a que el aroma de la infusión impregne las entretelas de una bienvenida melancolía.
Sentir esa música recién inventada del repiqueteo del agua sobre los cristales, sobre mi alma incluso, dejarme llevar por una fantasía cómoda y caliente hacia el mundo bucólico que se perfila del otro lado de mis ojos. Y permitir que se cierren, favorecer el adormecimiento acompasado por la nana húmeda, volver atrás por unos minutos maravillosos a aquel lugar en que fui feliz antes de saber que se podía ser infeliz.
Sin otra necesidad, sin más deseo que sentir cómo se funde el hielo.
https://www.youtube.com/watch?v=WZMrM-oEnmo
Y de regalo “Amores”, qué bueno cantar de nuevo aquellas canciones que nos enamoraron hacen tantos años…
Cuando llueve hay que amar la lluvia al igual que sonreímos al sol porque los días grises también forman parte de la vida, de esa montaña rusa que hoy nos empuja hacia arriba cargados de ilusión y mañana nos precipitará al vértigo inesperado de una situación abrupta o indeseada.
La lluvia ha traído este fin de semana un regalo inesperado para mi corazón. La lluvia ha lavado mi ánimo de una pena por largos años sentida y consentida. La lluvia limpia, mejor que las lágrimas enfangadas.
Cuando llueve es tiempo de melancolía, de sopas sabrosas, de mantita en el corazón y sonrisa satisfecha en el rostro. Porque mientras veamos llover… es que estamos vivos…aunque nos mojemos.
Que no es poco.
Felices los felices.
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