>

Blogs

Cecilia Casado

A partir de los 50

Amar sin gafas de ladrillo

Hace muchos años que no estoy enamorada. O quizás debería precisar que ha pasado mucho tiempo desde la última vez que sentí mariposas en el estómago. Matizando un poco más, tengo que confesar que no siento ningún tipo de “amor romántico” por ninguna persona. Un desastre, vamos, que dirán algunos.

Pero la verdad –mi verdad, que no espero que alcance a nadie más- es que la no coincidencia emocional, afectiva e íntima con otro ser humano no me produce más frustración que la que sentiría si me dijeran que no voy a ir a un parque de atracciones nunca más en lo que me quede de vida. Odio las montañas rusas.

Resulta que lo hemos mezclado todo porque hemos sido impelidos a hacer un batiburrillo con sentimientos, carencias, deseos, apegos, ilusiones, necesidades y sueños. Como si fueran todos estos (y alguno más) los ingredientes de ese pastel inmenso al que hemos dado en llamar felicidad.

Ha habido durante lustros unos “mandamientos” alternativos: Que la felicidad está en la pareja, que no es bueno que el hombre esté solo, que hemos nacido para sustentarnos con y en el otro, amén de reproducirnos y continuar un programa exhaustivo y trabajar por conseguir lo que la sociedad espera de nosotros.

Quizás sea por eso que hemos amado tanto y tan mal. Que ese sea el motivo de que hayamos confundido –sin librarnos mujeres ni hombres- el amor con el libro de familia, el deseo con una póliza de seguros, lanzados todos a la búsqueda y captura de “alguien” que represente el arquetipo de un holograma utópico convertido en realidad.

Para ello, qué mejor que colocarse unas “gafas de ladrillo”, de esas que no dejan ni ver la realidad ni traspasar la luz que pueda iluminarla. Esas que me llegué a poner durante una época demasiado larga de mi vida porque las mujeres que conocía también las llevaban puestas. No mirar para no ver lo indeseado o incómodo, los ojos bien apretados detrás de esos muros oculares que tapaban sin tapar, pero que lo disimulaban casi todo.

Amar con gafas de ladrillo buscando lo soñado o soñando lo buscado en una espiral de franco y patético aturdimiento emocional aunque, en lo social, en lo familiar y “conveniente” pareciera que todo estaba equilibrado y en su sitio aunque fuera esta una fiesta en la que todas las procesiones iban por dentro…

Quien haya amado alguna vez con “gafas de ladrillo” sabe a qué me refiero. Y seguro que no ha olvidado el precio que han tenido que pagar por ello. Por eso estoy convencida de que nunca es tarde para afrontar la realidad aunque su resplandor parezca que vaya a cegarnos. Como en el mito de la caverna de Platón. Tan sólo es cuestión de buscar esa grieta por donde la luz pueda entrar junto con un rayito de esperanza.

Felices los felices.

LaAlquimista

https://www.facebook.com/laalquimistaapartirdelos50/

“Amar a una persona por lo que es y no por los efectos que causa en nosotros. Deberíamos estar enamorados de alguien porque nos gusten sus valores, sus ideas, su manera de vivir, porque nos haga sentir felices, porque nos respete, porque nos aprecie; deberíamos amar a alguien por cómo es…ni más ni menos.”

(Carmen Amoraga “Algo tan parecido al amor”)

Por si alguien desea contactar:

apartirdeloscincuenta@gmail.com

Fotografía: Francisco Martínez Gomez

Filosofía de Vida y Reflexiones. Lo que muchos pensamos dicho en voz alta

Sobre el autor

Hay vida después de los 50, doy fe. Incluso hay VIDA con mayúsculas. Aún queda tiempo para desaprender viejas lecciones y aprender otras nuevas; cambiar de piel o reinventarse, dejarse consumir y RENACER. Que cada cual elija su opción. Hablar de los problemas cotidianos sin tabú alguno es la enseña de este blog; con la colaboración de todos seguiremos creciendo.


octubre 2019
MTWTFSS
 123456
78910111213
14151617181920
21222324252627
28293031