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Cecilia Casado

A partir de los 50

Tonto el que se aburra

 

*El vacío existencial se manifiesta principalmente a través de un estado de aburrimiento”. Viktor Frankl

Hubo un tiempo en que me las daba de listilla y en el que me gustaba decir que el aburrimiento era cosa de tontos. Quizás sentía la necesidad de distinguirme y explicar a quien nada me había preguntado que yo era capaz de tener múltiples y diferentes intereses vitales, todos ellos de elevada calidad; es seguro que se me llenaba la boca y la cabeza de proyectos, afanes e ideas. Pero el tiempo pasa –afortunadamente- y, entre bofetada y bofetada, una va tomándose el tiempo de la necesaria reflexión.

Si hacía las maletas y partía rumbo a un país exótico, si era capaz de arrancar el coche para ir a cenar un sábado a París o me metía de cabeza en un asunto a todas luces complicado y perjudicial para mí (preferentemente amoroso), eran esas actitudes una especie de desafío ante mí misma para librarme del tan odiado tedio derivado de la rutina, vulgo aburrimiento.

Al aburrimiento lo he temido como a un tornado, visceral y completamente. Cuantas veces escuchaba frases del tipo: “mi matrimonio es un aburrimiento”, “mi trabajo me aburre”, “estoy con alguien aburrido”, me recorría por dentro el escalofrío de saber que tenía que “vacunarme” como fuera contra esa enfermedad que me parecía devastadora para el espíritu.

Luego fueron pasando los años y las maletas se fueron rompiendo y no siempre he comprado otras nuevas, las articulaciones comenzaron a emitir crujidos como una banda sonora original muy poco deseada y a anunciar el cambio del tiempo –como vaticinaba mi abuela- y cada vez resulta más difícil encontrar compañía para hacer la última pequeña locura que se te ocurre.

Entonces es cuando me da por pensar si no me habrá llegado –también a mí- la época del dulce aburrimiento… que tanto parece acomodar –aunque no sé si gustar- a gran parte de mis congéneres de similar fecha de nacimiento.

Creo que el aburrimiento consiste en perder el interés por las personas o las situaciones. Y eso es lícito además de muy humano. Me hace mucha gracia cuando les preguntan a las mujeres que salen en ese programa de citas de la tele qué cualidades buscan en una pareja y muchas de ellas contestan: “que me haga reir”. Es una forma de decir que no quieren aburrirse al lado de alguien, pero también pienso que igual lo que necesitan es un payaso al lado, no sé…

Cuando siento que pierdo el interés en algo o alguien que antes era prioritario para mí, antes de “aburrirme”, busco alternativas. Y hay muchas, muchísimas, tantas como personas, para todas las edades, los gustos, aficiones y deseos.

Esta tontería de aburrirse es como la juventud, que se cura con la edad. Ahora ya no miro el calendario con impaciencia sino con la certidumbre de que cada día, uno a uno, son los guijarros que marcan el sendero ineluctable que debo recorrer hacia la predecible meta. Así que procuro ser bien consciente del paso de las horas y de las posibilidades que voy a dejar escapar…si me dedico a aburrirme.

Hoy sigo estando viva. Tonto el que se aburra.

Felices los felices.

LaAlquimista

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Por si alguien desea contactar:

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Filosofía de Vida y Reflexiones. Lo que muchos pensamos dicho en voz alta

Sobre el autor

Hay vida después de los 50, doy fe. Incluso hay VIDA con mayúsculas. Aún queda tiempo para desaprender viejas lecciones y aprender otras nuevas; cambiar de piel o reinventarse, dejarse consumir y RENACER. Que cada cual elija su opción. Hablar de los problemas cotidianos sin tabú alguno es la enseña de este blog; con la colaboración de todos seguiremos creciendo.


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