Mi generación luchó... | A partir de los 50 >

Blogs

Cecilia Casado

A partir de los 50

Mi generación luchó…

Nací en 1953, un año que ni fu ni fa, excepto para la cosecha de algunos vinos. A pesar de que la guerra provocada por el golpe de estado de 1936 había terminado hacía ya muchos años, el país, mi pequeño país, vivía penando las consecuencias cruentas e ideológicas que, como una losa, no nos dejaban respirar por miedo, siempre por miedo.

No nos dieron la mayoría de edad hasta los 21, tuve –como mujer- que hacer el Servicio Social para mayor gloria del fascismo, llorarle a mi padre su autorización para sacarme el carné de conducir a los 18 y el pasaporte a los 19 –este último me lo negó contundentemente. La mujer necesitaba todavía el visto bueno de un varón (padre o esposo) para acceder a un mínimo de libertades que hoy en día parecen medievales o casi.

Cumplimos quince años y empezamos a tomar conciencia porque veíamos lo que ocurría en el país vecino, con diecisiete nos revolvimos tímidamente contra aquellas injusticias que planeaban sobre nuestra recién estrenada juventud. Veintidós años tenía cuando Franco murió y sentí, sentimos tantos –yo creía que todos, pero me equivocaba en mi ingenuidad- que un mundo nuevo era posible. Un mundo menos gris, con esperanza para la dignidad del ser humano en general y la mujer en particular.

Mi generación, los nacidos en los 50/60 del siglo pasado, luchó por recobrar aquello que les fue arrebatado a nuestros padres y abuelos; mi generación se enfrentó a los poderes que se creían invulnerables con gritos y puños en alto o con la inteligencia por bandera; sacamos a la mujer de los fogones y pudo arrancarse la cadena que la ataba a la pata de la cama, aunque muchas no quisieron, aunque otras no pudieron…

El avance de la mujer en el mundo occidental fue imparable, inigualable, absolutamente un hecho histórico sin parangón, un hito impensable después de las guerras europeas, un antes y un después, un paso de gigante mucho más grande que llegar a la Luna que poco nos importó entonces en comparación con otros logros sociales, constitucionales y laborales; hablábamos de Derechos Humanos, por fin.

Pertenezco a una generación que luchó con las ideas en las trastiendas de los negocios, en las reboticas y en las cocinas de las casas, discutiendo con padres y abuelos, intentando hacerse respetar, recibiendo bofetadas por querer sacar los pies del tiesto educacional, religioso y político.

Luego, muchos tuvimos hijos y la dignidad se la metimos en la sangre para que no cejaran, para que no les pasara lo que a nuestras madres y abuelas, para que comprendieran que había una luz al final del túnel, para nosotras las mujeres que estuvimos oprimidas y para los hombres que estuvieron bajo el yugo.

Pertenezco a una generación que ha visto muchas torrenteras salirse de su cauce, no pocas nevadas históricas y otras tantas sequías pertinaces. Hubo un tipo que inauguraba pantanos y nosotros aprendimos a tirar los muros de contención aunque fuera a destiempo, tarde y mal…

Mi generación ha luchado, yo he luchado con plusvalía por ser mujer, para que pudiéramos vivir en libertad la sexualidad sin que se volviera a aplicar la “Ley de Vagos y Maleantes”, para que no se nos acusara de “adúlteras” por ser un delito que la mujer fuera infiel al marido, para no morirnos desangradas en la mesa de una oscura cocina por no haber sabido “tener cuidado” o habernos “dejado engañar”.

Hemos luchado por recuperar lo que nos había sido arrebatado con sables, envidia y maledicencia. A mí todavía me quedan fuerzas para volver a las trincheras si pintan bastos. ¿Y a ti…? Un paso atrás, ni para tomar aliento.

Yo también nací en el ’53
y jamás le tuve miedo a vivir.
Me subí de un salto en el primer tren
hay que ver todo en lo que he sido aprendiz.
No me pesa lo vivido, me mata la estupidez
de enterrar un fin de siglo
distinto del que soñé.

Yo también nací en el ’53.
Yo también crecí con el “Yesterday”.
Yo viví sintiendo la sangre arder
me abracé sabiendo que iba a perder
siempre encuentras algún listo
que sabe lo que hay que hacer
que aprendió todo en los libros
que nunca saltó sin red.

Qué te puedo decir que tú no hayas vivido,
qué te puedo contar que tú no hayas soñado.

Yo también nací en el ’53.
y soñé lo mismo que sueñas tú
como tú no quiero mirar atrás
sé muy bien que puedo volverme sal.
Siempre tuve más amigos
de los que pude contar
sé que hay varios malheridos

que esperan una señal
Qué te puedo decir que tú no hayas vivido,
qué te puedo contar que tú no hayas soñado.

Felices los felices.

LaAlquimista

https://www.facebook.com/laalquimistaapartirdelos50/

Fotografía: “Paris, Mayo 1968”

Por si alguien desea contactar:

apartirdeloscincuenta@gmail.com

Filosofía de Vida y Reflexiones. Lo que muchos pensamos dicho en voz alta

Sobre el autor

Hay vida después de los 50, doy fe. Incluso hay VIDA con mayúsculas. Aún queda tiempo para desaprender viejas lecciones y aprender otras nuevas; cambiar de piel o reinventarse, dejarse consumir y RENACER. Que cada cual elija su opción. Hablar de los problemas cotidianos sin tabú alguno es la enseña de este blog; con la colaboración de todos seguiremos creciendo.


noviembre 2019
MTWTFSS
    123
45678910
11121314151617
18192021222324
252627282930