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Cecilia Casado

A partir de los 50

Si la vida te da limones…

“Si la vida te da limones, haz limonada.” Tan sencillo como gráfico. Esta pequeña filosofía quizás haya que endulzarla un poco para que no quede demasiado ácida, pero no es difícil darle un toque dulce y personal si es lo que nos conviene y hace bien.

Estos últimos tiempos la vida me está cambiando la “dieta”. Donde antes debía adaptarme a unas circunstancias específicas –y muchas veces restrictivas- ahora se han roto las vallas y tengo todo el campo libre ante mí para…lo que quiera. Por el contrario, la forma de relacionarme con mi entorno se ha visto sustancialmente modificada por esos “limones ácidos” que se han enseñoreado de mi despensa emocional.

Pero basta ya de metáforas y analogías.

La vida nos cambia TANTO a partir de cierta edad que hay que buscar un apoyo para que no se mueva demasiado el suelo bajo los pies.

Si has tenido hijos, estos se van. Si has tenido amores, estos necesitan un aire renovado. Si has sido alguna vez joven de espíritu -que no todos- y pensado que la muerte, la enfermedad, la incuria y la decepción eran vientos que nunca soplarían sobre tu cabeza, ya va llegando el momento de aterrizar en el mundo real.

Nuestros padres van haciendo mutis por el foro con mayor o menor dolor, para ellos y para nosotros. De repente te das cuenta de que MIRAS LAS ESQUELAS, sí, como te has jurado a ti mismo que NUNCA harías. Algún colega o conocido abandona la función de la noche a la mañana y otros –entre los que no desearíamos estar- cargan sobre sus hombros el peso de enfermedades, desgracias, adicciones, imponderables…

Como pobre alivio nos quedan los vendedores de humo de toda clase y condición para sermonearnos sobre la importancia de la actitud ante la vida. Que hay que aprender a resignarse o a luchar según convenga en cada momento, que es mejor ser junco que roble si hay demasiado viento, que la aceptación de lo ineluctable causa menos tumores malignos que la negación de la realidad. ¡Como si el más puro sentido común no susurrara eso mismo en nuestros oídos!

Ya no necesitamos más maestros por más que la vida sea un continuo aprendizaje porque si tengo MIS limones, podré hacer limonada sin pedir permiso a nadie, ni consultar más que con la almohada, utilizando la libertad que he aprendido (por fin) a utilizar como una herramienta complicada a mi alcance aunque las instrucciones de uso sigan siendo pelín enrevesadas.

Hago mi propia “limonada” aunque me la tenga que beber yo sola porque a nadie más le apetezca. No tiene mayor importancia que los demás tengan otros gustos y afanes diferentes a los míos porque, a fin de cuentas, es a mí a quien me duele MI vida, es a mí a quien debe de importar el camino que he decidido transitar.

Llega un momento en el que aparece el letrero que marca la dirección a seguir. Sin brumas ni sombras. Claro a la luz del sol. Aunque la experiencia sea un fanal que justo alumbra a quien lo porta.

Otros tienen naranjas, sí, pero yo tengo limones. Casi nada.

Felices los felices.

LaAlquimista

https://www.facebook.com/laalquimistaapartirdelos50/

Por si alguien desea contactar:

apartirdeloscincuenta@gmail.com

 

Temas

Filosofía de Vida y Reflexiones. Lo que muchos pensamos dicho en voz alta

Sobre el autor

Hay vida después de los 50, doy fe. Incluso hay VIDA con mayúsculas. Aún queda tiempo para desaprender viejas lecciones y aprender otras nuevas; cambiar de piel o reinventarse, dejarse consumir y RENACER. Que cada cual elija su opción. Hablar de los problemas cotidianos sin tabú alguno es la enseña de este blog; con la colaboración de todos seguiremos creciendo.


diciembre 2019
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