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Cecilia Casado

A partir de los 50

Mujeres en grupo

Mi buena amiga S. me invitó a unirme a un grupo heterogéneo que ella frecuenta. Celebraban una “comida navideña” y, por estar con ella y a la vez tener una nueva experiencia, me apunté sin dudarlo. Éramos diecisiete mujeres y cuatro hombres –creo que esta proporción es absolutamente fiel a las estadísticas-, pero después de constatar este dato superfluo me dediqué a lo que iba: a socializar con gente nueva.

Ya antes de sentarnos a la larga mesa del restaurante me sentí tranquila y acogida en un petit comité de otras cuatro mujeres: todas de perfil parecido al mío. En el mismo rango de edad y en similar “nivel de ganas”.

Ganas de vivir, de apurar, de arrasar con la pena y superar los descalabros. Supervivientes anónimas de la vida que nos ha tocado vivir a las mujeres de la misma generación. Hicimos muchas risas, nos lo comimos todo y nos bebimos casi todo. Con las confidencias del café nos cambiamos los números de teléfono y a la hora de salir ya había quienes se prepararon para ir a bailar después de un pequeño respiro.

¿Qué nos pasa a las mujeres que somos capaces de enlazar los mimbres del inicio de una amistad al poco tiempo de habernos conocido? ¿De dónde sacamos esa sororidad que tanto nos complace en la tranquilidad?

En unas pocas horas hablamos de hijos y amores, de alegrías y males, desgranamos un currículo rápido de líneas maestras y dejamos, eso es seguro, las confidencias para más adelante, pero… ¡qué satisfacción sentirse entre congéneres sin careta ni dobleces!

Me viene la reflexión de cómo nos juntamos las mujeres; no solo en lo social sino en lo emocional. Lo comprobé la vez anterior que acudí a un restaurante: había un par de parejas mayores disfrutando tranquilamente, pero el resto de mesas –incluida la mía- estaban ocupadas exclusivamente por mujeres.

No quiero decir con esto que los hombres no se reúnan entre ellos, que ya me consta que las sociedades gastronómicas están para eso y bien que las usan. Mi reflexión va por otro camino, acaso sea que a nosotras nos gusta ponernos guapas, arreglarnos para salir con las amigas a un sitio público y los hombres pues… en la sociedad se sienten mejor que en casa, mangoneando en la cocina, en su salsa, sin que se les ocurra ir a la peluquería para ese día ni estrenar algo bonito.

Y saco el escáner y en casi todos los ámbitos se da el mismo parámetro: en los cursos y talleres hay abrumadora presencia de mujeres, en el estudio de pintura al que voy rara vez coincido con algún varón, en las clases de pilates –a las que ya no acudo gracias a la lesión que me hice en el hombro-, en la piscina del polideportivo, en las presentaciones de libros, en las conferencias para “gente intelectual”… incluso en el cine el “día del espectador”. Cada cual que saque sus propias conclusiones como yo saco las mías.

Me gusta la compañía de los hombres, me gusta la de las mujeres. Pero siempre me toca disfrutarlos por separado, qué cosas tiene la vida. A ver si dais un paso al frente, chicos, que ya somos todos mayorcitos…

Felices los felices.

LaAlquimista

https://www.facebook.com/laalquimistaapartirdelos50/

Por si alguien desea contactar:

apartirdeloscincuenta@gmail.com

 

 

Filosofía de Vida y Reflexiones. Lo que muchos pensamos dicho en voz alta

Sobre el autor

Hay vida después de los 50, doy fe. Incluso hay VIDA con mayúsculas. Aún queda tiempo para desaprender viejas lecciones y aprender otras nuevas; cambiar de piel o reinventarse, dejarse consumir y RENACER. Que cada cual elija su opción. Hablar de los problemas cotidianos sin tabú alguno es la enseña de este blog; con la colaboración de todos seguiremos creciendo.


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