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Cecilia Casado

A partir de los 50

La ayuda de un buen libro

Debería haber titulado este post “Desasosiego” porque este es el estado de ánimo del que me está costando dios y ayuda salir estas últimas semanas. Bien, vale, tengo excusa, que se murió mi madre el día de los inocentes (gracias mamá por el chiste para los años venideros) y que todo está patas arriba: lo emocional, la casa que hay que vaciar, la familia chapoteando en aguas turbulentas, como en la canción.

La falta de tranquilidad se suple malamente, uno siente los nervios campando a sus anchas por todos los rincones del cuerpo, hay una especie de huracán interno que pugna por salir y que, desgraciadamente, explota de la peor manera posible en las circunstancias menos favorables. Resumiendo: que a quién no le ha ocurrido alguna vez que la vida se le ha puesto patas arriba en el peor momento posible.

Los amigos bien, gracias. Algunos están y otros también dicen estar, pero en paradero desconocido. (Tengo que acordarme de no olvidarme de esto.) La familia, como en la película aquella del nido del cuco, cada uno con su historia e intentando “hablar de su libro”. 

Se nos perdona todo –o se nos debería perdonar dada la debacle que se nos ha venido encima; por si acaso, he comenzado por perdonarme a mí misma y a partir de ahí, tratar de mirar con más indulgencia a los demás.

Soy de esas personas capaces de aislarse del mundo entre las historias de un buen libro y cuando la literatura me vuelve la espalda me pongo de malísimo humor. Como si de una maldición se tratara –aunque no ha sido más que una mala elección por mi parte-, los dos libros que tenía en la mesilla para calmar mi mente y mi espíritu cuando ya no soportaba más, han sido –siguen siendo- el peor remedio que podía haber encontrado. De autores conocidos y famosos, pero de contenido enrevesado, retorcido, poco amable y menos beneficioso. Es en esos momentos, cuando tengo un libro en las manos y no me gusta la historia que estoy leyendo, cuando cometo el error de bulto que también extrapolo a otros órdenes de mi vida; en vez de estrellarlo contra la pared acompañando el gesto de una relajante blasfemia, sigo insistiendo e insistiendo como si fuera una traición a mí misma dejar la historia por la página cien y no seguir peleando “por mis santos ovarios” hasta el final.

Hay que saber soltar, hay que ser capaz de dejar algo –o a alguien- “por imposible”. Y empezar de cero, olvidar el esfuerzo desperdiciado y probar otro camino, otro libro, otra historia nueva. Hay que saber perder para poder ganar.

El nuevo libro que me absorbe me hace seguir creyendo firmemente en que no existen las casualidades sino las causalidades, así que mi agradecimiento a Almudena Grandes por su hermosa historia en “El corazón helado” que narra –qué oportuna- la historia de una familia que está de duelo por la muerte del padre y empiezan a desvelarse historias, amores y desamores, rencores y agradecimientos que habían estado aparentemente ocultos aunque estaban a la vista de todos…y nadie lo quería ver.

https://elcultural.com/El-corazon-helado

Un buen libro te puede ayudar a ver más clara la propia realidad porque, a fin de cuentas, la imaginación del escritor a veces no va mucho más lejos que la vida común y corriente que a todos nos toca vivir aunque queramos creer que somos diferentes, especiales e incluso peculiares.

La muerte nos iguala y la (buena) literatura, también.

Felices los felices.

LaAlquimista

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Por si alguien desea contactar:

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Filosofía de Vida y Reflexiones. Lo que muchos pensamos dicho en voz alta

Sobre el autor

Hay vida después de los 50, doy fe. Incluso hay VIDA con mayúsculas. Aún queda tiempo para desaprender viejas lecciones y aprender otras nuevas; cambiar de piel o reinventarse, dejarse consumir y RENACER. Que cada cual elija su opción. Hablar de los problemas cotidianos sin tabú alguno es la enseña de este blog; con la colaboración de todos seguiremos creciendo.


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