Gracias a todas las personas que en mi ciudad –y en tantas otras- han acaparado las mascarillas y los botecitos de gel para limpiarse las manos. Gracias a los que han desabastecido el mercado “por si acaso” dejándose llevar por la histeria colectiva, la paranoia irreflexiva y una gran falta de inteligencia además de ser insolidarios.
Gracias a los comerciantes vendedores de mascarillas protectoras para pintar o utilizar productos químicos venenosos que han liquidado sus existencias vendiendo a no profesionales la protección que necesita tanta gente para trabajar. Mercado libre. Por supuesto.
¿Vas a viajar en avión a un país lejano? ¡Pues te fastidias, porque muchos que ni siquiera tienen pasaporte tienen el armario de la cocina lleno de material de prevención contra el contagio del dichoso coronavirus de las narices!
Gracias a todos por pensar en los que sí vamos a viajar y a los que nos ofrecerán “de estraperlo” y a precio de máscara veneciana una mierda de mascarilla hospitalaria que NO EVITA EL CONTAGIO porque está diseñada para PROTEGER A LOS DEMÁS CUANDO YA ESTÁS CONTAGIADO.
Al primero que pille en el aeropuerto internacional ofreciéndome por 50€ un trozo de papel con gomitas le va a caer la del pulpo; por estas que son cruces.
Y gracias sobre todo a la señora que, esta misma mañana, me ha dicho que ella tiene varias mascarillas en su casa porque es “muy precavida”. Les deseo a ella y a todos los que son como ella una feliz estancia en el reino de la hipocondría y la estulticia.
He dicho.
A pesar de todo, felices los felices.
LaAlquimista
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