>

Blogs

Cecilia Casado

A partir de los 50

El derecho a la tristeza

Ya siento si este post se desmarca de la línea habitual del blog donde suelo ser mayormente positiva aunque de vez en cuando se me escape un ramalazo de cinismo. Y es que estoy triste, bastante, tirando a mucho para ser exactos. Motivos no me faltan –no deberían faltarnos a nadie- así que prefiero contar la vida como la siento y no como me gustaría que fuera.

En este tiempo de emergencia mundial por la pandemia que nos visita, según los expertos de las cosas de la mente hay que buscar alternativas, válvulas de escape, paliativos y parches psicológicos que alivien el peso inmenso de la losa que nos ha caído a todos encima. Nos dan el decálogo extendido de mil y una formas de distraerse durante el confinamiento: cacharrear en la cocina, tragarse tutoriales on-line de casi cualquier cosa, hacer hipermaratones de series inflándose de patatas fritas o limpiar, vaciar, ordenar, reubicar la casa poniéndola patas arriba.

Así estamos nosotros: patas arriba. Haciendo de tripas corazón mientras hablamos con familiares y conocidos –qué locura para las operadoras telefónicas, todos tirando hasta el infinito y más allá de las tarifas planas de llamadas ilimitadas-, cruzando los dedos cuando preguntamos: “¿Qué tal estáis?” con el miedo en la garganta de que nos digan, pues mal, muy mal…

Hay momentos en los que siento que esto es como un reto, una prueba de esas que ponen en los programas de la televisión para que, desde el sofá, veamos cómo se las ingenian los que están en una situación extrema para sobrevivir. Un reto en el que no tenemos más que sufrir y soportar que quedarnos en casa lo más tranquilos posible. Vamos, no hacer nada y luego descansar.

Me estraga el whatsapp y las mil y un chuminadas que hace la gente para provocar la risa fácil, que no es más que un alivio temporal de mirar hacia otro lado. Obviamente, los que se ríen, cantan, bailan y buscan maneras de no sucumbir a la depresión de un encierro imprevisto no se paran a pensar en los que sufren. Y no lo hacen por maldad o inconsciencia sino porque a ellos no les toca ni de lejos. Supongo que uno no podría tomarse las cosas con rechifla si tuviera cerca de su corazón a una persona ahogándose en la UCI o si uno mismo tiene 38º de fiebre y la cabeza le está estallando. Ah, entonces no, entonces nos ponemos serios y no estamos para tonterías. Obvio.

El caso es que se me ha colado en la casa interior la tristeza. Como una niebla por la ventana que tenía abierta al mundo. Ahí está, quitándome las ganas de reir aunque me pongan en el móvil el mejor chiste/meme del mundo.

Estoy triste porque SÉ que hay cientos de miles de personas sufriendo; unas, directamente; otras, de manera colateral. Estoy triste porque la gente se muere sin remedio, personas ancianas que mueren solas y recuerdo a mi madre, fallecida en las pasadas navidades, rodeada de toda su familia. Pudimos enterrarla, despedirla “como Dios manda”. Ahora ese “Dios” –al que muchos rezan y otros insultan- “no sabe, no contesta”.

Reivindico mi derecho a estar triste cuando parece que todo el mundo quiere empujarme a hacer como si no pasara (apenas) nada y se inventa himnos de resistencia a ritmo de rock. Pues va a ser que no.

La humanidad no se está humanizando más a cuenta del coronavirus. Sigue siendo el individuo quien toma sobre sus espaldas el peso de la solidaridad, cargando con los errores de sus gobernantes y ayudando a salvar vidas aun a riesgo de la suya propia mientras los políticos chapotean desorientados en la charca de la indignidad intentando salvar su propio pellejo.

Qué tristeza más grande.

Felices los felices (a pesar de todo)

LaAlquimista

Sigue el blog a través de la página de Facebook:

https://www.facebook.com/laalquimistaapartirdelos50/

Por si alguien desea contactar:

apartirdeloscincuenta@gmail.com

Filosofía de Vida y Reflexiones. Lo que muchos pensamos dicho en voz alta

Sobre el autor

Hay vida después de los 50, doy fe. Incluso hay VIDA con mayúsculas. Aún queda tiempo para desaprender viejas lecciones y aprender otras nuevas; cambiar de piel o reinventarse, dejarse consumir y RENACER. Que cada cual elija su opción. Hablar de los problemas cotidianos sin tabú alguno es la enseña de este blog; con la colaboración de todos seguiremos creciendo.


abril 2020
MTWTFSS
  12345
6789101112
13141516171819
20212223242526
27282930