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Cecilia Casado

A partir de los 50

Inactividad febril

Desde que me he quedado en casa obedeciendo las consignas de los que mandan sobre mi vida –qué fatuidad la mía cuando creía que nadie podría nunca más moverme los hilos- voy comparando mis horas con las de los demás por aquello de no convertirme en una mujer excéntrica. De esa observación, cuyos datos saco de las RRSS y de las extensas conversaciones telefónicas con mi agenda de contactos, recojo los mimbres para hacer una lista –me encantan las listas- de lo que los demás hacen y yo no hago y viceversa y, ya si eso, la analizaré cuando tenga un rato libre a ver si llego a alguna conclusión que me sea provechosa.

Cosas que NO hago:

  • Limpiar la casa a fondo rastreando telarañas del siglo pasado por rincones y cajones.
  • Coger el coche para ir a hacer la compra al quinto pino.
  • Hacer acopio de papel higiénico, legumbres, arroz o pasta.
  • Cocinar nada que tenga que ver con harinas, levaduras, moldes o carbohidratos.
  • Confeccionar una mascarilla casera.
  • Encender la televisión.
  • Hacer deporte en casa cuando no lo he hecho jamás fuera de ella.
  • Contar contagiados, fallecidos o los días que llevamos confinados.

Cosas que SÍ hago:

  • Cabrearme y entristecerme alternativamente por la terrible situación a la que nos ha llevado la ineptitud de los gobiernos corruptos.
  • Dejar de imponerme disciplinas, órdenes del día y obligaciones masoquistas.
  • Hacer únicamente, ÚNICAMENTE, lo que me pide la psique y el cuerpo.
  • Charlar con quien quiere compartir conmigo.
  • Leer lo que me distrae de tanto pensamiento.
  • Escuchar más música que nunca.
  • Volver a ver aquellas pelis que tanto me gustaron.
  • Comer poco, sano y rico. El alcohol, de lejos.
  • Disfrutar del silencio.
  • Otras cosas que me gustan y que son íntimas.

Me fijo en los “pequeños detalles” que son VITALES y que nos hemos empeñado en considerar como algo cotidiano, fácil, asequible. Como que abras el grifo y mane agua potable a chorros, como que haya electricidad sin cortes ni restricciones; o que Internet no se caiga. Que funcionen todos los teléfonos, que siga habiendo agua caliente para ducharse y calefacción. No sé, esas cosas tan simples y que para media humanidad siguen siendo todo un lujo.

Y que me sigan ingresando la pensión de jubilación todos los meses.

Es mucho más fácil “sobrevivir” de esta manera a la “inactividad febril” de la que tantos se quejan y tantos otros intentan enseñar a paliar. Como si no supiéramos cada cual dónde nos aprieta el zapato. En fin. Una pena.

Felices los felices.

LaAlquimista

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Temas

Filosofía de Vida y Reflexiones. Lo que muchos pensamos dicho en voz alta

Sobre el autor

Hay vida después de los 50, doy fe. Incluso hay VIDA con mayúsculas. Aún queda tiempo para desaprender viejas lecciones y aprender otras nuevas; cambiar de piel o reinventarse, dejarse consumir y RENACER. Que cada cual elija su opción. Hablar de los problemas cotidianos sin tabú alguno es la enseña de este blog; con la colaboración de todos seguiremos creciendo.


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