Sálvese quien pueda | A partir de los 50 >

Blogs

Cecilia Casado

A partir de los 50

Sálvese quien pueda

** “Sálvese quien pueda” Alma Dominguez

Amor propio.- Este post está escrito pensando en las personas que se ven obligadas a pasar el confinamiento en soledad, como es mi caso. De quienes tienen familia o comparten la vivienda también tengo datos pero (por discreción) prefiero hablar de lo que vivo en primera persona. Vamos pues a ello: estoy sola y tengo que buscarme la vida.

Después de tantas semanas de cuarentena, prohibiciones, recomendaciones y permisos diversos he llegado a una conclusión inapelable: esto es un “sálvese quien pueda” en toda regla. Pondré varios ejemplos, pero se me quedarán dos o tres docenas en el tintero.

Para situarnos vamos a lo prioritario donde https://psicologiaymente.com/psicologia/piramide-de-maslow están las necesidades fisiológicas: respirar, alimento, vestido, sexo, etc. Respirar aire puro, a través de ventanas, balcones o terraza – o perro para pasear- ha sido lo prioritario junto con la comida, intentando compensar con una ingesta desesperada, descontrolada y desorbitada la ausencia de las ganas de vestirse y de mantener sexo.

En el segundo escalón de la pirámide está lo que nos da seguridad: familia, empleo, recursos y salud. Ahí hemos recibido un torpedo en la línea de flotación. Son compartimentos que han hecho agua por todas partes. Creo que pocos ciudadanos pueden ahora mismo sentirse seguros.

A los escalones superiores de la pirámide de Maslow no hemos sabido acercarnos ocupados en llenar el frigorífico y la tripa por encima de todo. Los valores sociales de amistad, afecto e intimidad. La estima y el reconocimiento que inspiran respeto y confianza también se han tambaleado. Y no digamos ya nada de la “autorrealización” del individuo. Entelequias. Imposibles. No era el momento.

Las personas que viven solas y no tienen familia –o si la tienen está lejos- son muy vulnerables por falta de apoyo directo físico y emocional y se ven abocadas a hacer un esfuerzo “extra” para no perecer en el intento de resistir y sobrevivir a esta terrible crisis que no solamente es sanitaria sino también existencial.

Hemos desgastado en soledad las losetas por las que empezamos hace varias semanas a caminar para no quedarnos atrofiados de caderas para abajo. Después hemos llegado a quedarnos afónicas al teléfono por la pura necesidad de compartir con otra voz humana.. Al cabo de los días ya “socializábamos” en la cola del supermercado si reconocíamos -con gran regocijo- a alguien detrás de la mascarilla y la distancia.

Pero al cabo de dos meses ya no sabíamos qué más hacer; bizcochos y magadalenas, libros y películas, tutoriales on-line y soliloquios con la pared. Algunos han llamado a puertas amigas pidiendo “un poco de contacto humano”, pero pocas se han abierto candadas por el miedo al contagio. Se han permitido paseos al aire libre –obligatorios en soledad, (es curioso que cada vez que dan “permiso” para algo va acompañado de una “prohibición”.) y la esperanza está ahora en ver cuándo se podrá estar con los amigos, en tu casa o en la mía. Rezamos por que no nos quedemos aislados. La solución desesperada la aporta por teléfono el médico de cabecera y una receta electrónica: algo para dormir, algo para los nervios y la ansiedad, algo para resistir sin música ni aplausos.

Ahí es donde entra el “amor propio” o amor por uno mismo que tan arrinconado teníamos porque era un bien que no se cotizaba demasiado cuando estábamos rodeados de gente que nos ayudaba y a la que ayudábamos a llevar una vida más o menos agradable, más o menos contentos de nosotros mismos.

El amor por mí misma se me presenta en estos tiempos como única y última posibilidad para no caer en el desánimo o en la antesala de la depresión. Amarme lo máximo posible.

A saber: se acabó el comer compulsivamente o el no comer apenas por falta de ganas; se acabaron los vinitos de la mañana y la cervecita de la tarde en soledad. Fuera asfixiarse gratuitamente con el tabaco (yo no fumo hace veinte años); fuera la autocompasión de “cuánto sufro y qué sola estoy”. FUERA.

Estamos solos frente a nosotros mismos y no hay más cera que la que arde. Ya no hay eventos a los que asistir, ni cine de los miércoles con las amigas, ni pintxo pote los jueves con la cuadrilla, ni cenita los viernes, ni vermú el sábado ni paseo por el monte el domingo. Todo eso está “confiscado”. Los cursos, talleres, aprendizajes, grupos de crecimiento o de gimnasio se han ido quedando tirados también en la cuneta.

Quedamos solos y “con lo puesto” ante el espejo inapelable. No se puede rechazar ESA realidad.

Los amigos y las amigas siguen con su vida y nosotros no tenemos lugar en ella; ya lo dije al principio, esto es un “sálvese quien pueda”. La familia, según y conforme, unos dan la talla y otros escurren el bulto. Tema espinoso. Mis hijas y mi nieta en la distancia inalcanzable me abrazan on line todas las noches: benditas sean. Los amores que empezaban se están acabando por falta de uso; otro camino cerrado.

Ahora es el momento idóneo –aunque haga falta muchísima fuerza y entereza- para darnos cuenta de que nuestra supervivencia emocional no puede depender de nadie más que de nosotros mismos. Tirar la toalla es una opción tentadora, pero no es la mejor.

De momento, vaya por delante mi declaración de intenciones y la fuerza para no quedarme encerrada rumiando mis penas, que podrían ser muchísimo peores si estuviera enferma de cualquier cosa o contagiada de cualquier virus. Las que estamos solas y los que están solos tenemos que ejercitar el “amor propio” antes de que sea demasiado tarde porque cuando abran la puerta de toriles probablemente tengamos pocas ganas de salir a abrazar a quienes no se han acordado de nosotros en estos tiempos oscuros y confinados.

Seguiremos informando.

Felices los felices.

LaAlquimista

Te invito a visitar mi página en Fb.

https://www.facebook.com/apartirdelos50/

Por si alguien desea contactar:

apartirdeloscincuenta@gmail.com

Filosofía de Vida y Reflexiones. Lo que muchos pensamos dicho en voz alta

Sobre el autor

Hay vida después de los 50, doy fe. Incluso hay VIDA con mayúsculas. Aún queda tiempo para desaprender viejas lecciones y aprender otras nuevas; cambiar de piel o reinventarse, dejarse consumir y RENACER. Que cada cual elija su opción. Hablar de los problemas cotidianos sin tabú alguno es la enseña de este blog; con la colaboración de todos seguiremos creciendo.


mayo 2020
MTWTFSS
    123
45678910
11121314151617
18192021222324
25262728293031