Dentro de diez días estaré volando hacia un país, justo a 1º del Polo Norte, donde la naturaleza manda, exige y no tolera ninguna tontería. Es de esos países extraños y diferentes (al nuestro) y que soñé con visitar viendo “Juego de Tronos”. Soy muy consciente, pero consciente al 100%, de que soy privilegiada pudiendo permitirme este viaje. En realidad, todo es cuestión de dinero y de elegir entre ahorrar y guardar para la vejez o disfrutar el momento presente y ancha es Castilla.
En estos momentos de la vida no tengo compañía para viajar “por libre”; mis amigas y amigos lo hacen en familia o no lo hacen, ando escasa de relaciones en mi misma situación: jubilada sin perro que me ladre, con ganas y salud. Así que me adapto a mis circunstancias en vez de enfrentarme a ellas y me apunto a un viaje organizado en petit comité, con gente de aquí, en plan excursión del colegio aunque sin monjitas.
Ayer me dieron los billetes y ya he empezado a hacer la maleta tal es la ilusión que se me mete dentro cuando de preparar un viaje gustoso se trata. Siempre digo que dejar las cosas para el último momento tiene poco sentido puesto que si necesito –supongamos que cuatro horas-, son las mismas cuatro horas ahora que la víspera con prisas y agobio. Hago mi lista y voy tachando: sencillo y eficaz.
Me gusta viajar no como obsesión ni como huida, ni siquiera como contrapeso de la pesadez de la rutina adocenante, ya que mi día a día está siempre por descubrir cuando amanece. Me gusta viajar para descubrir cómo vive la gente en lugares diferentes, para comparar aprendiendo, para comprender sin juzgar. Un viaje de doce días es como doce libros de muchas páginas leídos con fruición. Cada lugar, cada situación me van a enseñar algo.
Compartiré con otras personas muchos paisajes, mucha charla, espero que algunas risas y cada noche, recogida en mi silencio, daré las gracias por los dones recibidos. Viajar, sola o acompañada, pero viajar. Porque el viaje es el camino, los pasos son la vida misma y la meta la alcanzaremos todos, unos antes que otros aunque no haya medallas para los que lleguen primero…
Disfrutar por anticipado tiene mucho más sentido que (pre)ocuparse por hipotéticos problemas, así que lo primero que meto en la maleta es el puñado de ilusión que requiere la ocasión. (Me ha salido un ripio, pero no todo va a ser poesía)
Felices los felices.
LaAlquimista
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