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Cecilia Casado

A partir de los 50

Mi cuerpo es el que es

Estoy luchando contra la rabia de tener un cuerpo viejo malamente instalado en una mente mucho más joven. Quiero decir que sigo con la pelea de los gimnasios (que no quiero ir ni harta de vino), de las dietas (que ya hay suficiente hambre en el mundo) y de la falta de pareja (que parece que si la tienes te mantienes más en forma).

Me miro al espejo desnuda cada mañana y veo cómo mi cuerpo se va transformando; y digo transformando porque no puedo decir “evolucionando”. Si fuera valiente –y famosa- como Valeria Schapira me fotografiaría desnuda para salir en un periódico de tirada nacional y romper una lanza –otra más- a favor de la dignidad de la mujer y en contra de la dictadura del cuerpo perfecto.

Es curioso cómo en las redes sociales se censura la desnudez humana, pero en los medios “pagados” no sólo se tolera sino que se abunda en ella con permisos y parabienes. Como si fuera más digno –o menos indigno- desnudarse bajo según qué árboles protectores.

Pero a lo que voy, que me disperso.

Dice el viejo chascarrillo que el deseo que le pediríamos todas las mujeres al genio de la lámpara sería “poder comer todo lo que quisiera, sin engordar”. Puede ser; igual no andamos demasiado lejos, igual es el caballo de batalla que nos hace “infelices” a muchísimas mujeres de hoy en día en este lado del mapamundi. En el otro, las carnes rollizas, las lorzas abundantes son objeto de deseo; aquí, de desprecio.

Envejecen los cuerpos y envejecen las mentes, aunque nos empeñemos en adulterar ese proceso a base de tratamientos de choque que nos son vendidos por quienes siempre tienen algo que vender incluso a los que declaramos no necesitarlo.

Sí, la mente también envejece, no me vale eso de “tengo el cuerpo de 60, pero la mente de 30”. ¡Qué me estás contando! Si a los treinta no sabíamos ni por dónde nos daba el aire…en comparación con lo que hemos aprendido y evolucionado a lo largo de los lustros. ¡Ojalá hubiera sabido a los treinta la mitad de todo lo que sé ahora mismo! ¡Otro gallo me habría cantado y no una lechuza desafinada!

Por eso insisto: mi cuerpo es el que es. Y el tuyo y el de todos. Y no andemos comparando ni para ganar ni para salir perdiendo. Puede que la carrocería esté rayada y deteriorada, pero mientras el motor aguante todos tan contentos. Todas y todos, que aquí no se libra ni el apuntador.

Me estaba acordando ahora de cierta amiga a la que le ha dado por decirme: “Ceci, tienes que adelgazar, ir al gimnasio, hacer más ejercicio” y eso supone, untar menos pan, comer menos croquetas, menos jamón, beber menos vino del bueno y abandonar para siempre los placeres que conforman nuestra cultura.

Una cosa es la salud física y otra la salud mental. Deberían ir de la mano, pero mucho me temo que quienes se someten a duras disciplinas para tener un cuerpo fetén, tendrán en un rinconcito del cerebro alguna queja por verse privados de los disfrutes de la vida.

Mi cuerpo es el que es y mientras yo lo ame todo está bien y en orden. No hay nada más que decir.

Felices los felices.

LaAlquimista

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Filosofía de Vida y Reflexiones. Lo que muchos pensamos dicho en voz alta

Sobre el autor

Hay vida después de los 50, doy fe. Incluso hay VIDA con mayúsculas. Aún queda tiempo para desaprender viejas lecciones y aprender otras nuevas; cambiar de piel o reinventarse, dejarse consumir y RENACER. Que cada cual elija su opción. Hablar de los problemas cotidianos sin tabú alguno es la enseña de este blog; con la colaboración de todos seguiremos creciendo.


mayo 2022
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