Se me ocurrió una idea tonta donde las haya, el otro día, por la tarde, desperezándome de una siesta llena de calorina, con pocas ganas de hacer nada de provecho. Como en la peluquería se siguen ahorrando las revistas del corazón con la excusa eterna de la Covid, me dio por husmear en la web de algunas de ellas para ver si alguna conocida mía se había liado con algún futbolista famoso…
Allí estaban, en bikini o pareo minúsculo, una serie de señoritas de muy buen ver – según los cánones de belleza que imperan en estos tiempos-, realizando declaraciones en contextos que me eran desconocidos; tan desconocidos como ellas mismas. Allí estaban también, sacando músculo, una serie de mocetones con cara de comerse el mundo cuyos nombres no me sonaban ni por casualidad.
Pasé las páginas (web) por ver si salía alguien que me sonara mínimamente, no sé, algún escritor en traje de baño o alguna escritora en bikini, -ya nos gustaría ver a algunos, ya-, alguien que se gana los garbanzos compartiendo buena filosofía o reflexiones vitales para superar estos tiempos tan oscuros y complicados…pero no. Tan sólo me (re)sonaban los rostros mil veces vistos (o soportados) de una periodista añosa y sus hijas surrealistas o de la hija del boxeador y la folclórica que ha decidido hacerse la catarsis interminable delante de medio país.
Esto me pasa por no ver la televisión, por no chafardear en twitter, por no estar al día en Insta de lo que pasa en ese universo paralelo en el que habitan estas “celebs” y sus “followers y haters”.
En justa correspondencia estoy moderadamente segura de que ninguno de ellos y ninguna de ellas tienen la más repajolera idea de quiénes son ni de dónde han venido las personas famosas a las que sigo con moderada dedicación. A mí no me podrás hablar de ninguna niñata recauchutada adosada a un futbolista millonario o de ningún chavalote con más anabolizantes que neuronas de insigne entrepierna, y en justa correspondencia ellos pasarán olímpicamente de leer un puñetero libro de Pablo (d’Ors) o recitar una poesía de Antonio (Gónzalez) o sumergirse en los mundos de Almudena y Luis o de Elvira y Antonio o, incluso, rizando el rizo, de Simone y Jean Paul.
Hay dos mundos paralelos que nunca se van a cruzar, es imposible… y está bien que así sea. Cada uno en su sitio y un sitio para cada cosa. O no, pero qué puedo hacer yo por cambiarlo como no sea regalar libros a quien necesite leer…
Felices los felices.
LaAlquimista
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