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Cecilia Casado

A partir de los 50

Trece años con este bendito blog

¡Quién me iba a decir a mí que cuando empecé a escribir este blog iba a ser tan largo el camino! Pues soy persona cortoplacista, de ésas que van oteando el horizonte para ver si hay buena o mala mar y de “timón fácil”, que quiere decir que tan sólo me lo pienso vez y media cuando tengo que dar un giro importante a la derrota de mi barca.

Curiosamente, aquí seguimos –el blog y yo- filosofando en zapatillas aunque no sean las mismas que me calcé en el año 2009. Esto sigue, a pesar de que en varias ocasiones pensé “echar la persiana” por puro cansancio o por desencanto personal o por haberme creado expectativas ilusorias –tendencia que ya he conseguido domeñar a base de batacazos-.

Un blog puede ser multifuncional, es decir, que puede tener diversos motores que lo meneen. El más extendido es –cómo no- ganar dinero vendiendo algo al personal, bien sea consejos o simplemente humo. Igual esta sencilla bitácora no ha hecho aguas porque en ella todo es gratis y no lleva amarrada al mástil compensación dineraria alguna.

Sin embargo, sí que he obtenido grandísimos “beneficios” en estos trece años. Me he visto felizmente gratificada con la amistad de personas con las que ha habido interrelación a lo largo del tiempo y además he tenido acceso a experiencias desconocidas para mí dentro del ámbito intelectual, espiritual y personal. Ha sido el pequeño blog sin pretensiones publicado en la web de un periódico local una pequeña huerta en la que, semilla que ha caído, semilla que ha fructificado, y ya se sabe que es gran placer ver crecer los tomates que uno mismo ha sembrado.

No hay mucho más que contar; ni resúmenes de logros ni fotos de familia; todo ha sido en petit comité y con buenísima energía por parte de casi todas las personas que he tenido el gusto y placer de conocer gracias a este blog. (Que también ha habido algún troll insoportable y esos “fake friends” que siempre se cuelan vestidos de domingo aunque en cuanto rascas salen los harapos que les cubren). Tan sólo recordar que, a pesar de haberme hecho (más) mayor en estos trece años, sigue habiendo un corazón de niña que pugna por sobrevivir dentro de un cuerpo cansado. Que no es poco, malgré tout.

Felices los felices.

LaAlquimista

*Primer texto publicado el 31 de Octubre de 2009.

” Alquimia.-

 La alquimia, además de lo que tenía de ciencia compleja que mezclaba física, química, medicina, astrología, semiótica, etc., también era una disciplina filosófica, y como tal se la puede repescar (todavía) en este presente de altas tecnologías.

Porque eso es lo que nos hace falta a los que hemos saludado –con guiño cómplice o con sonrisa torcida- al centinela invisible que cuidaba la barrera de los cincuenta: filosofía.  Filosofía para encarar la recta final que todos esperamos que sea larga, larguísima.

Cuando cumplí cincuenta años hubo algún graciosillo bienintencionado que me dijo: “Bueno, ya has vivido la primera mitad de tu vida”. ¿Cien años? Dios mío, qué horror, sobre todo porque pensamos (sabemos) que a partir de un determinado momento –fatídico por otra parte- , un momento sin marcha atrás, el motor va a empezar a renquear seriamente y no hay, diga lo que diga la ciencia, piezas de repuesto que valgan. De eso se trata pues, de poner nuestra filosofía particular en la mesilla de noche y tirar p’alante cruzando los dedos. Una filosofía de la alquimia o una alquimia filosófica o simplemente un cuento chino, pero que nos sirva.

Hay cosas que ya no puedo hacer. Pero lo terrible es que hay cosas que “creo” que no puedo hacer y las meto en el mismo cajón de las que sí puedo, de forma que voy reduciendo mis posibilidades erróneamente. Creía que no podría hacer el Camino de Santiago, sola y andando. Y si bien no lo hice completo –que son más de 700 kms. desde Roncesvalles-, caminé en solitario, con la mochila a cuestas, durante 300 kilómetros, desde León hasta Santiago. Y la sorpresa fue encontrarme peregrinos, -y sobre todo peregrinas- con muchos años más a cuestas que yo.  Bien. Pude hacerlo.

Me encuentro entre las personas que hemos creído honradamente que el precio de la libertad era la soledad. Con la alquimia/filosofía, en un pase mágico y elemental a la vez, he descubierto justo lo contrario, que el “precio” de la soledad es la libertad. La pregunta del millón es: ¿Cuánta gente está en condiciones mentales de aceptar, a estas alturas, la idea de libertad?

 No, qué difícil ser libres, acaso mejor seguir atados a la noria que  marca el largo y tedioso camino. Camino a ninguna parte, vuelta y vuelta a la misma realidad (matrimonio, trabajo, entorno social). Ahora puede ser un buen momento para soltarse, para desenganchar esa yunta por tantos años asumida y levantar la cabeza; sigue habiendo un horizonte.

Estuve haciendo mentalmente una lista de todo lo que puedo –y quiero- hacer todavía; y era tan larga que tuve que pasarme al papel para que no se me olvidara nada. Poco a poco tengo que ir confeccionando mi menú perfecto, con todos los ingredientes a mi alcance, para la nueva dieta “a partir de los 50”.

 Para todos los bolsillos y para todos los estómagos.

LaAlquimista*

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Filosofía de Vida y Reflexiones. Lo que muchos pensamos dicho en voz alta

Sobre el autor

Hay vida después de los 50, doy fe. Incluso hay VIDA con mayúsculas. Aún queda tiempo para desaprender viejas lecciones y aprender otras nuevas; cambiar de piel o reinventarse, dejarse consumir y RENACER. Que cada cual elija su opción. Hablar de los problemas cotidianos sin tabú alguno es la enseña de este blog; con la colaboración de todos seguiremos creciendo.


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