Nostalgias del 5 de Enero | A partir de los 50 >

Blogs

Cecilia Casado

A partir de los 50

Nostalgias del 5 de Enero

Hace algunos años que no hay árbol de navidad en casa; las niñas crecieron y aparcaron sus guirnaldas, nacimientos e ilusiones a la espera de ellas, a su vez, inventarlas para sus propios hijos. Pero esta noche yo pongo mis zapatos en el balcón caiga quien caiga. Con una copita de brandy y tres polvorones. Seguro que me mirarán como si me hubiera fumado un porro, pero me da igual porque yo sé que hay algo para mí en la maleta que acarrea mi hija pequeña por el mundo…

¿Cómo es posible que una de las más grandes mentiras del mundo occidental –no me refiero a las políticas, esas van en saco aparte- tuviera la capacidad de sembrar de emoción e ilusión mi pequeña mente racionalista que ya apuntaba maneras en cuanto tuve uso de razón? No me creía lo que me contaban las monjas en el cole de ciertos temas, pero, ojo, los Reyes Magos, vamos, esos ni tocarlos. Por más que no cayera la tan ansiada bicicleta con la excusa primero, de que vivíamos en un piso muy alto y no llegaban y, después, de que igual es que no me había portado lo suficientemente bien… (el primer chantaje emocional que recuerdo).

Ya no digo nada del año en que –por reírse de mi inocencia- me pusieron (mis padres, quién si no) tan sólo un trozo de carbón de azúcar sobre el pequeño zapato abrillantado y ante mi desolación, me explicaron que probablemente era porque no me lo había merecido para, al ver mi rostro descompuesto, sacar de debajo de las faldas de la mesa camilla, los regalos que me correspondían. ¿Crueldad inconsciente? No, qué va; tan sólo las gracietas de los padres de la época que nos educaban según estuvieran de buen o mal humor. Curiosamente a la cabalgata no le daba demasiada importancia, sabía que allí no estaban mis regalos, tan sólo algunos caramelos y muchos pisotones. Algo me olía ya cuando veía –porque se notaba descaradamente- que Baltasar no era negro sino que llevaba la cara tiznada de hollín hasta que “contrataron” a un municipal motorizado de Senegal, creo.

La noche mágica era aprovechada por nuestros padres para mandarnos a la cama más pronto que de costumbre, histéricamente emocionados, al borde del ataque de ansiedad, con el insomnio a flor de piel -¿quién iba a dormir en aquel estado de excitación?- y ya al amanecer estábamos en fila en el frío pasillo, pegando saltitos ante la puerta cerrada, antesala de la cueva de Alí Babá.

Fui feliz, fuimos felices. Al filo de los ocho años pregunté por qué a mamá “le echaban” los Reyes un sobre con dinero en vez de regalos, a lo que respondió mi padre, con voz estrangulada por la risa, que los regalos de Reyes no se podían “descambiar” y que como nuestra madre era tan rara pues por eso le traían dinero, para que se comprara lo que quisiera y estuviera contenta. A él le traían una corbata nueva, pañuelos con sus iniciales y el Varón Dandy que le gustaba a mi madre.

Veinte años después yo también inventé ilusiones para mis hijos a base de inventarles historias (eufemismo de contar mentiras) y cuarenta años más tarde todavía estoy intentando comprender cómo no me guardan rencor. De hecho, alucino en colores porque a sus propios hijos les cuentan ahora el cuento de Santa Claus allá en el continente americano. Será porque han visto que muchas situaciones de la vida están sustentadas sobre eso, mentiras y han seguido la tradición. Pero creo que aquéllas eran más bonitas porque no elegíamos los regalos desde un catálogo dejado en el buzón ni nos los metían por los ojos desde la televisión. La magia se cebaba en nuestra inocencia; ahora no hay magia sino chantajes a los padres para que demuestren que son “ellos, los buenos”…

Felices los felices.

LaAlquimista

Te invito a visitar mi página en Facebook.

Por si alguien desea contactar:

https://www.facebook.com/apartirdelos50/

apartirdeloscincuenta@gmail.com

 

 

 

Filosofía de Vida y Reflexiones. Lo que muchos pensamos dicho en voz alta

Sobre el autor

Hay vida después de los 50, doy fe. Incluso hay VIDA con mayúsculas. Aún queda tiempo para desaprender viejas lecciones y aprender otras nuevas; cambiar de piel o reinventarse, dejarse consumir y RENACER. Que cada cual elija su opción. Hablar de los problemas cotidianos sin tabú alguno es la enseña de este blog; con la colaboración de todos seguiremos creciendo.


enero 2024
MTWTFSS
1234567
891011121314
15161718192021
22232425262728
293031