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Cecilia Casado

A partir de los 50

Los diferentes tipos de amigos

La amistad, al igual que el amor, no se contempla ni se vive de la misma manera a una edad que a otra por mucho que haya quien se empeñe en considerar estos sentimientos como atemporales en su manifestación. Desde una perspectiva –la mía personal sujeta a un buen margen de error- en la que ya nos hemos comido la mayor parte de la tarta de la vida, sabemos a ciencia cierta que ni es oro todo lo que reluce ni podemos confiar a ciegas en nadie. Lo de poner la mano en el fuego no es más que una frase peliculera…

Así las cosas, por lo que me toca y me he ganado a pulso, no puedo alardear de tener ninguna amiga o amigo de esos de los “de toda la vida”. Las relaciones que me empeñaba en guardar de los tiempos del instituto han dado demasiadas vueltas, nos hemos distanciado o decepcionado y, a día de hoy, no van más allá de una ligera muestra de cariño que surge cuando nos reencontramos por azar.

He tenido más amistades grandes que grandes amores. Lo de mantener viva la llama del amor en la pareja me ha resultado muy difícil, al pebetero siempre le ha caído algún chaparrón insuperable. En la amistad mantengo alerta mi instinto natural, ese que te avisa en cuanto te presentan a alguien de que “apunta maneras” de esto o de lo otro. Cuantas veces he hecho caso omiso de esa “alerta” natural lo he pagado con creces. Y me refiero a esas personas que se acercan con halagos y arrumacos intelectuales diciéndote que eras lo más de lo más y que sería un honor poder compartir contigo una taza de café o una parte del camino. Como el rosario de la aurora terminan casi siempre ese tipo de relaciones. O por cansancio y hartazgo de ambas partes. Doy fe.

Después de no pocos fracasos en relaciones de amistad que prometían y luego no pudieron cumplir lo prometido y después de haber hecho una limpieza descomunal que me ha dejado muy cansada -pero tranquila-, comparto mi pequeña lista de conclusiones:

  • Amigos que “siempre están ahí”. Pero no llaman en meses, ni comparten el día a día. Esos que dicen que la amistad no necesita de verse o hablarse para seguir siendo amistad y no los ves en años. (No guardo ya ni uno por falta de interés)
  • Amigos para las ocasiones. Para la ocasión de ir al cine, tomar unas cañas, salir a dar un paseo, a comer o a pasar el rato. Eso es: amigos “ocasionales”. (Un buen puñado)
  • Amigos para las necesidades. Para cuando se plantea la necesidad de pedir consejo, compartir tribulaciones, desahogar el alma que se ahoga. Los que saben escuchar y también piden ser escuchados. (Con los dedos de la mano)
  • Amigos “cum laude”. Los que hablan poco y hacen lo que tienen que hacer. Los que no te dicen: “Si necesitas algo ya sabes dónde estoy…” sino que llaman a tu puerta con ese “algo” en las manos. (Dos. Ni uno más ni uno menos)

Así que honor y gloria a quien sea “muy amigo de sus amigos” y a quienes se sientan arropados por el cariño generoso y desinteresado de muchas personas que hacen que su vida sea un campo de flores en primavera.

También yo viví un tiempo en el que creía tener muchísimas amistades que, poco a poco, fueron desmenuzándose en confetis que el aburrimiento barrió, como un viento desapacible en una tarde de invierno.

Felices los felices.

LaAlquimista

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Filosofía de Vida y Reflexiones. Lo que muchos pensamos dicho en voz alta

Sobre el autor

Hay vida después de los 50, doy fe. Incluso hay VIDA con mayúsculas. Aún queda tiempo para desaprender viejas lecciones y aprender otras nuevas; cambiar de piel o reinventarse, dejarse consumir y RENACER. Que cada cual elija su opción. Hablar de los problemas cotidianos sin tabú alguno es la enseña de este blog; con la colaboración de todos seguiremos creciendo.


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