No me gustan los selfies. Me parece que todos quedan como un churro, con un brazo telescópico de carne humana saliendo por una esquina y cabezas en ángulo imposible y sonrisas distorsionadas. Una foto de toda la vida y punto es lo que me gusta a mí. Por eso, como tantos paseos por aquí y allá me pego en absoluta soledad, no me da ninguna vergüenza pedir a otro humano que me saque una foto con mi propio móvil. Pongo por delante la sonrisa y después saco mi tono más amable para pedir el pequeñísimo favor. Bien es verdad que tengo que “elegir” a la fotógrafa ocasional (las mujeres no me cortan los pies ni disparan la cámara si estoy a contraluz), porque esto de la tecnología no lo lleva todo el mundo igual.

Así las cosas y después de tanto prolegómeno, paseaba tranquilamente por la orilla de la playa a eso de las nueve de la mañana, -melena al viento- cuando le hice a una mujer (unos cuarenta, bikini y paso decidido) la petición de rigor.

No me miró y siguió caminando haciendo con su brazo un ademán como el de apartarse una mosca. Yo me quedé un segundo –pero sólo un segundo- paralizada, e insistí. Entonces se giró y con un gesto inequívocamente disgustado, volvió a mover la mano hacia mí, conminándome a que le dejara en paz y me quitara de su camino. Todo esto sin decir ni mú.

Siempre he sido muy mala para las peleas, así que me puse a su altura y le dije: -“English?” por aquello de que igual se había creído que estaba pidiéndole dinero para tomarme un café en el chiringuito y lo nuestro no era más que un mal entendido.

Ella no se detuvo, siguió con su paso paseador y, vista al frente, me espetó: “No, ucranian” y entonces ya, definitivamente, hizo un molinete con los brazos para que me apartara y la dejara en paz so pena de crear un conflicto internacional.

Una mujer joven con dos niños estaba justo al lado y contempló la jugada. Me sonrió y me dijo, ¿quieres que te saque yo la foto? y como me lo dijo en castellano del bueno de repente me hizo sentirme feliz y contenta de ser española y no de ningún otro lugar, vamos una especie de arranque patriotero –que duró dos segundos, la verdad sea dicha-, que me reconcilió con el mundo, el sol, el mar, la arena y las madres jóvenes.

Que hay gente antipática en todas partes eso es de todos sabido. Y también que hay gente que además de antipática es muy maleducada. Pero nunca había conocido a una extranjera que en mi propio país me tratara como si fuera una mosca cojonera.

Anyway, felices los felices.

LaAlquimista

*Ucrania fue invadida por la Rusia de Vladimir Putin el 24 de Febrero de 2022. En España (datos de Enero 2024) hay 198.220 refugiados amparados por la petición de asilo. En Europa son más de cuatro millones. Fue el mayor ataque militar en Europa desde la Segunda Guerra Mundial.

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