Hay temporadas en las que me convierto en una “devoradora de libros” y sé que eso no es bueno porque se me cuelan “coles” entre las “lechugas” y, al fin y al cabo, es tiempo perdido y desgaste neuronal para nada.
No obstante, como no soy ni por asomo una “intelectual”, pues tengo que picotear de aquí y de allá y entender cómo la historia de los escritores y las editoriales viendo que se venden como churros –haciendo honor a su nombre- auténticos “churros” literarios.
Al igual que veo las películas que se estrenan, también leo las novedades librescas,-que no todas, porque lo del “best seller” me chirría lo que no está escrito, pero siempre en papel. En eso soy absolutamente puntillosa porque el libro de papel “huele” mucho mejor que una pantalla líquida. Y su perfume me acompaña durante la entrega lectora. Doble lujo si el libro es bueno…