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Cecilia Casado

A partir de los 50

Reflexiones post Semana Santa

Ayer por la noche el ascensor de mi casa parecía estar enloquecido; una actividad febril le llevaba a subir y bajar continuamente, los vecinos volvían de sus vacaciones de Semana Santa. Se acabaron las veladas silenciosas y tranquilas, de nuevo los televisores atronaron, el portazo cotidiano me devolvió a la realidad. El hormiguero recibe a sus hormigas empadronadas y despide a las que han estado de visita.

Hoy, a partir de las 7 de la mañana, me despiertan las cañerías, el olor a café, el tráfago de los coches, la radio que da la hora y las noticias cruentas; ya han vuelto todos –o casi todos- a recuperar su lugar abandonado por unos días.

De nuevo la prisa, las caras cansadas, la preocupación en el ambiente, las críticas en el bar, reponen los yogures en el súper, suenan las bocinas de los autos conducidos por los siempre estresados; volverá –me temo- a sonar el teléfono para venderme servicios que ya tengo contratados. Incluso algún domingo a media mañana, sonará el timbre de la puerta para venderme “el fin del mundo” de forma gratuita y traspasar mi ateísmo practicante al vestíbulo de una secta.

Quizás por no haber “escapado” tengo mi calma renovada, mis silencios encontrados, dos nuevos libros leídos;  lo que he escrito, lo que he sentido, el placer de haber disfrutado del sosiego, la paz, la luz de estos días nuevos de esta nueva primavera que aunque llega bajo un manto lluvioso, primavera es al fin y al cabo. No me he movido de mi bunker contra el mundo que me desagrada, mis cuatro paredes, aunque he disfrutado de largos paseos por los parques cercanos observando lo que hay alrededor detenidamente, con calma demorada, perfilando cada contorno y cada sombra, mirando mis manos y lo que ya no contienen, sintiendo la vida despacito, sólo para mí.

Observar la vida en silencio, dejando que los pensamientos se evaporen como expuestos al sol, es también un “trabajo”, una actividad consciente y, lo mejor de todo, productiva.

Me ayuda en esta labor Pablo d’Ors y su especialísima “Biografía del silencio”. Dice: “Es habitual que prolonguemos y agrandemos nuestros sentimientos para sentir que estamos vivos, que nos pasan cosas y que nuestra vida es digna de contarse. Por supuesto que la vida es siempre una interpelación y que todos somos tocados por ella; pero ¿cuántas de nuestras reacciones son auténticas reacciones a la interpelación de la vida y cuántas, en cambio, son simples decisiones mentales que han tomado la interpelación como excusa, pero que la han dejado, definitivamente, muy atrás? En mi opinión, nos inventamos nuestros estados de ánimo en gran medida. Somos responsables de nuestro estar bien o estar mal. Esas prolongaciones artificiales de las emociones pueden controlarse y hasta abortarse gracias a la meditación, cuyo propósito real, tal y como yo lo entiendo, es enseñar a vivir la vida real, no la ficticia. “

He aprovechado la soledad para intentar meditar y sacarle un sentido a “ciertas emociones negativas”. Puedo ser más poderosa que mis fluctuantes estados anímicos y estoy aprendiendo a disociar esas emociones de determinados pensamientos. La mente no es un “caballo desbocado” como decía Cioran mientras se tiraba de los pelos.

Todo es mucho más sencillo de lo que nos empeñamos en hacer ver porque, en el fondo, queremos diseñar un protagonismo para poder mirarnos…y vernos. Comprendiendo esto me río de mi fatuidad y me tomo un cortadito tranquilamente.

Para sentirme en paz conmigo misma también ha ayudado una salida de feliz “gastroterapia” con mis amigas poetas, un islote florido entre tanta soledad -para que no se vuelva arisca- que me hace sentir que no lo estoy haciendo tan mal después de todo.

Así que…felices los felices.

LaAlquimista

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Temas

Filosofía de Vida y Reflexiones. Lo que muchos pensamos dicho en voz alta

Sobre el autor

Hay vida después de los 50, doy fe. Incluso hay VIDA con mayúsculas. Aún queda tiempo para desaprender viejas lecciones y aprender otras nuevas; cambiar de piel o reinventarse, dejarse consumir y RENACER. Que cada cual elija su opción. Hablar de los problemas cotidianos sin tabú alguno es la enseña de este blog; con la colaboración de todos seguiremos creciendo.


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