“Atención plena”.-
Ya desde pequeña desarrollé la tendencia a ensimismarme en todo lo que hacía, que si estaba leyendo un tebeo no me enteraba de que me llamaban para cenar provocando no pocas molestias en la convivencia familiar. –“Esta niña, que nunca atiende, que siempre está en sus cosas”. Porque lo que nos enseñaban era que había que estar a todo y a todas, para que no nos escaqueásemos de algún deber que nos cayera encima en cualquier momento.
Nuestros abuelos comían escuchando la radio, nuestros padres mirando la televisión y ahora, ay, ahora…que se come mirando el móvil sin atención alguna a lo que estás metiendo dentro de tu cuerpo… Es como dar un paseo por la orilla del mar cotorreando con el acompañante o leer un libro con la música a tope; o –un clásico- hacer el amor recordando las jugadas del equipo de fútbol…o la lista de la compra. Es una pena que nos dispersemos como si el cerebro nuestro fuera un charlatán de feria, saltando de un tema a otro a grito pelado.
Luego vino alguien a reinventar –y comercializar- el “mindfulness” , práctica de hace más de 2.500 años que seguía Buda Gautama, y ya todos nos enteramos de cómo había que hacer las cosas para no ser considerados unos cromañones asociales y se volvieron casi imprescindibles los cursos intensivos para aprender a concentrarse en lo que se está haciendo, con plena conciencia. Vamos, lo que hacía yo de pequeña leyendo tebeos.
Los sabios, los “maestros” y los seres humanos sencillos, “cuando comen, comen y cuando duermen, duermen”.
Y doy fe de que es dificilísimo el aprendizaje de las cosas sencillas. Ahora visualizo al bebé al que se le pone una tablet con dibujos delante para que coma, o se le cuenta un cuento para “distraerle” del puré de brócoli que le quieren endilgar. Yo jugaba a contar los garbanzos del plato, a ponerles nombre a las patatas fritas y a comérmelas una a una –primero las “malas” y luego las “buenas”.
Ahora mismo, mientras tecleo, estoy pensando en qué voy a desayunar cuando termine… ¡y ya me he desconcentrado!
Pero seguiré intentándolo con toda yo en “modo avión” para no distraerme de lo que verdaderamente (me) importa, que no es otra cosa que ser consciente de todo el potencial que aún me queda por el simple hecho de estar viva y coleando.
Felices los felices.
LaAlquimista
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