Es esta una de las frases que más odio por lo que de ausencia de empatía –o incluso de cariño- conlleva. Me suena a una carga de profundidad que se nos viene encima junto con el mal que nos aqueja. Puede que quien la verbalice no lo haga con mala intención, pero dudo mucho de que sirva de algo positivo o de la más mínima ayuda. Se usa mayormente cuando alguien cuenta sus males –casi siempre de salud-, como si fuera una jaculatoria mágica más útil que el bálsamo de Fierabrás.
Tú dile a quien viene del oncológico que “se cuide”; dale un abrazo con cariño al que se le ha soltado la cadera y lo llevan a la mesa: “que se cuide”. Que se cuide quien se ha quedado solo, o sin trabajo, o padeciendo un abandono emocional que le ha dejado el ánimo en el subsuelo.
“Cuídate”, me dicen cuando me agarro una bronquitis y la codeína me hace alucinar o si me da una dermatitis y me vuelvo loca de picores y los antihistamínicos he tenido que ir a buscarlos a las tres de la mañana a la farmacia de guardia… Me cuidaré… ¿cómo?
Hablar por hablar, o incluso hablar por no callar. O peor aún: “cuídate, porque como tú no te cuides no te va a cuidar ni Dios”. Algo así.
Porque no sé si nos damos cuenta de que hay muchísimas personas a las que “no les cuida nadie ni por casualidad”. Y no precisamente porque les falte familia o relaciones sino porque pensamos que con decir la frase mágica, ya hemos cuidado bien. A veces, y con la boca pequeña, porque casi nunca ocurre en la realidad, añaden: “y ya sabes, si necesitas algo…” Lo que puede ser la puntilla para quien sabe que no puede pedir nada aunque se lo hayan ofrecido, que no son más que palabras huecas, frases para quedar bien o incluso para acallar la propia conciencia.
Una vez, hace ya varios lustros, caí en cama con neumonía y no era cosa baladí. Todo el mundo llamó para interesarse, un coñazo insoportable por el teléfono, martirizándome con sus buena intenciones y los “cuídates” de rigor aunque nadie viniera a visitarme; pero una amiga, tan solo UNA, se presentó en mi casa con un táper lleno de carne guisada con verduritas, lo que me dio para evitar tener que levantarme de la cama y cocinar durante tres días. No lo he olvidado ni nunca lo olvidaré.
Desde entonces hasta hoy he aprendido demasiadas cosas y cuando alguien me dice el sobado y manido “cuídate” procuro que me entre por un oído y me salga por el otro lo más rápido posible porque sé que ese “palabro” tan solo se lo dicen a las personas que no tienen quien les cuide. Y duele.
Felices los felices.
LaAlquimista
Te invito a visitar mi página en Facebook.
https://www.facebook.com/apartirdelos50/
Por si alguien desea contactar:
apartirdeloscincuenta@gmail.com