>

Blogs

Cecilia Casado

A partir de los 50

Bienvenido el otoño (XII) “Cambio de tercio”

Se acaba mi tiempo en “mi otro mar” por este año. Mes y medio largo he pasado pisando arena y bañándome en el agua fresca del final de la primavera y el comienzo del otoño, pues el verano es tiempo tabú para mí por todos los excesos climáticos que conlleva, ya que al sol lo observo siempre desde la sombra.

Es ahora el momento de volverme a poner el “chip” citadino, pero el problema es que cada vez me cuesta más, sobre todo porque no sé dónde lo dejo cuando me lo quito. Volver a  casa, a la mía de verdad y no a esta prestada a cambio de dinero, me cuesta Dios y ayuda. Es algo así como retornar por voluntad propia a la “cárcel” después de haber gozado de un tiempo de “libertad provisional”.

Ya sé que las metáforas son de cursis y herramientas de “letraheridos”, pero no sé decirlo de otra manera. Estos cambios me obligan a ser “bipolar” socialmente, y en mi fuero interno constato cómo cada vez me resulta más arduo incorporarme a la “marea humana” que me arrastra en la ciudad. (Demasiadas comillas y ahora un paréntesis: está claro que no estoy muy fina)

Mi gran contradicción es que cuanto mayor -o más vieja- me hago más necesidad de soledad tengo, a la vez que la vulnerabilidad inherente a la edad me empuja a buscar seguridad en los demás seres humanos. Es complicado -incluso para mí- entenderme algunas veces…

Vuelvo a mis cuatro paredes con vistas, en una torre de diecisiete pisos, haciendo un doble salto mortal con pirueta desde una planta baja con terraza y jardín. Una transición abrupta la de estar todo el día –si así lo deseo- al aire libre a tener que meterme de cabeza en el ladrillo de la ciudad –siempre abarrotada por aquello de que es hermosa y está agonizando de éxito-, soportar una contaminación acústica de juzgado de guardia, verme empujada por unos y por otros hasta desorientar mi GPS interior…

Hace más de treinta años compré una casa en un pueblo de Aragón donde soñé con retirarme a vivir cuando me jubilara. No pudo ser por razones que siempre vienen al caso pero que prefiero no comentar. También durante treinta años disfruté de un apartamento familiar aquí al lado, en “mi otro mar” pero como estaba obligada a compartirlo (poco) fraternalmente, tampoco pudo ser hasta que nos deshicimos de él.

Desde entonces, voy y vengo, no me decido a pasar ni el invierno ni el verano en un lugar donde no tengo “tribu”, ni amigos en los que apoyarme, tan solo esas relaciones ocasionales para tomar un vermú o salir a comer de vez en cuando, porque soy muy consciente de que lejos de Donostia soy vulnerable si me ocurre algún accidente o me ataca una enfermedad.

Así que, buscando la madriguera para hibernar, vuelvo a casa, allí donde estoy empadronada, pago mis impuestos y salgo a ver “mi mar” y respirarlo en los días lluviosos y sentir que, de alguna manera, soy una mujer privilegiada en muchos sentidos. A pesar de tener que ir sorteando por la vida y la ciudad los desafueros de la gente incívica y poco amable. Pero “es lo que hay”, como decía aquel que no sabía explicar por qué era infeliz sin remedio.

Felices los felices.

LaAlquimista

Te invito a visitar mi página en Facebook.

https://www.facebook.com/apartirdelos50/

Por si alguien desea contactar:

apartirdeloscincuenta@gmail.com

 

 

Temas

Filosofía de Vida y Reflexiones. Lo que muchos pensamos dicho en voz alta

Sobre el autor

Hay vida después de los 50, doy fe. Incluso hay VIDA con mayúsculas. Aún queda tiempo para desaprender viejas lecciones y aprender otras nuevas; cambiar de piel o reinventarse, dejarse consumir y RENACER. Que cada cual elija su opción. Hablar de los problemas cotidianos sin tabú alguno es la enseña de este blog; con la colaboración de todos seguiremos creciendo.


septiembre 2025
MTWTFSS
1234567
891011121314
15161718192021
22232425262728
2930